Cuartel General de Aurores

Andrew despertó esa mañana con el ánimo y el compromiso intacto. Hace unas semanas había discutido con su padre y se había marchado de casa. No por que no lo quisieran más por el hecho de ser mago. De hecho, era justamente por lo contrario. Pensaba y se repetía las palabras de su padre. Aquello le motivaba. Le daba ánimo y fortalecía el compromiso que, el estaba convencido, tenía para con la comunidad mágica y los muggles. Siempre creyó que había nacido para ser alguien importante, aunque ¿acaso no todo el mundo piensa lo mismo?

La detención de la cabina telefónica en la entrada principal lo distrajo. Era su primer día y a pesar de que se había convertido en empleado del ministerio, aún no tenía claro cuando ni donde debía usar las chimeneas que estaban conectadas a la Red Flú. Se prometió que en algún momento del día se iba a hacer un momento para hablar con alguien del Departamento de Transporte Mágico.

Llegó al cuartel de aurores, en el segundo nivel, y tomó asiento en una silla cercana. Estaba inquieto, ansioso, nervioso. Entrelazó los dedos de ambas manos y empezó a mover los pulgares en círculos, como si uno persiguiera al otro pero nunca logre alcanzarlo. Se paró para ponerse en puntas de pie. Era muy temprano y la mayoría de los aurores no habían llegado. ¿O estarán haciendo trabajo de campo? ¿Le asignarían un auror de verdad como compañero? ¿Le enseñarían todo lo relativo a como ser un buen auror? Tenía tantas preguntas. Supuso que como cualquier hombre de dieciocho años en su primer día de trabajo.

Tomó asiento por segunda vez y esperó. En Andrew la paciencia era una virtud.

Había sido una noche más bien larga. De repente pasé de estar en bañador disfrutando del último día de vacaciones, al uniforme de auror a estar en medio de todo el lío. Mi tutor era de los mejores, no puedo negarlo, pero era de lo más inoportuno el cabrón. Se apareció en mi casa solo para secuestrarme. Era, cómo dijo, "una lección más". Y luego añadió algo de que el crimen nunca duerme o descansa o algo por el estilo (al más puro estilo hollywoodiense). O eso me pareció entender, mientras escuchaba mi corazón romperse en mil pedacitos y luchaba contra la mueca de desolación. ¡Había tarta de helado! ¡Y piscina! Y tenía que ponerme a trabajar y estudiar.
 
No voy a mentir, sopesé mandar a mi hermano por mí. Igual podría colar, yo qué sé. Aunque le haya dado por ir dejándose el pelo largo a lo hippie.
 
P**o.
 
Y p**o crimen también, ya que estamos. Ya tendré toda la vida para combatirlo, pero este era mi último día de verano, maldita sea.
 
Sí, sonaré infantil y todo lo que queráis, pero, j***r. Era el niño al que habían llevado a Honeydukes, le habían enseñado todas las chuches juntas y por separado y no le habían comprado ni un mísero caramelo. Literalmente.
 
Con resentimiento me cambié la ropa, mientras mi tutor ni siquiera intentaba esconder la sonrisa de oreja a oreja de la gracia que le causaba. Al menos nunca se le quitaba el buen humor al señor este.
 
A partir de ahí el tiempo pasó en un parpadeo. Las horas se sucedieron unas tras otras, hasta que, antes de darme siquiera cuenta, estábamos de vuelta al cuartel general.
 
- ¿Tienes clases teóricas hoy? - me preguntó mi tutor mientras entrábamos por la puerta.
 
Le miré de reojo. Le había mandado una lechuza con mi horario detallado del cuatrimestre en cuanto a clases teóricas y toda la pesca solo un par de días antes.
 
- Solo unas cuantas. Ya sabes, Derecho penal mágico y Derecho penal muggle - me había comprado la bibliografía de ambas, y aunque sonaban como un coñazo, eran aún peores.
 
Tantas leyes - sobre todo las muggles, - que al final algunas eran tan inútiles como una cuchara plana.
 
- Te esperaré después de comer para repasar el informe de anoche - me sonrió y se despidió.
 
En este momento tuve claro que el tío disfrutaba más que nada hacerme sufrir. ¿Qué pasaba? ¿Acaso llegaba un momento en el que todos entraban en la competición de "Quién fastidiará más a su instruido"? Porque creo que nadie tiene ni siquiera la más remota oportunidad contra Cosmas.
 
Suspiré, miré la hora en mi reloj y suspiré de nuevo. Eran apenas las 7:30, mis clases no comenzaban hasta las 8:00. Tenía media hora de margen para despejarme un poco. O descansar. Descansar sonaba bien. Y más ahora que todavía no habría na…
 
Estaba comenzando a alegrarme de que podría descansar un rato en el descansillo del cuartel (no era lo ideal, pero servía su propósito), cuando me encontré con la cara de un muchacho. No sabría decir si me parecía que estaba desorientado o si sabía mejor que yo dónde estaba.
 
- ¿Necesitas ayuda? - me acerqué a él.

Era desconocido, a lo mejor sería de los nuevos chicos. Su cara me sonaba ligeramente pero me pasaba a menudo, encontraba similitudes fácilmente - aunque sea por el blanco de los ojos.

Andrew notó que en los pasillos pasaban magos y brujas de un lado a otro, cada vez en mayor número. La jornada laboral se estaba poniendo en marcha y por fin estaba pasando: su primer día de trabajo, aprendizaje, clase o lo que fuere, iba a empezar en breves.

Se apoyó contra el respaldo de la silla y cerró los ojos un momento, como quien fuera a empezar a meditar. Se imaginó varias situaciones en donde él atrapaba al malo, o defendía a un colega o simplemente hacia una obra benefactora por alguien. Rápidamente eso lo llevó a pensar en la guerra que estaba sucediendo entre magos y muggles. Bajó la mirada y abrió los ojos para fijarlos en su antebrazo derecho. La M de "marginados. Se sentía obligado a tenerla por que el Ministerio así lo quería, aunque no compartía ni un poco la posición que había adoptado el ente mágico.

Para su sorpresa un joven lo distrajo y automáticamente Andrew levantó la cabeza. Lo examinó en cuestión de un segundo pero no pudo estimar su edad. Asumió que era mayor que el, de otra forma no estaría ofreciendo ayuda. Le llevó otro segundo levantarse y estrechar su mano al hombre. -Si, por favor.- Sonrió y siguió. -Soy Andrew. A partir de hoy pertenezco a la academia de aurores, pero no tengo idea adonde ir o con quien reportarme. Tampoco me lo dijeron cuando apliqué para el empleo. Solo tomé nota del nivel adonde tenía que venir y la fecha.- Terminó levantando sus cejas, esperando que el hombre haya entendido su preocupación y esperando una respuesta.

Oh, el maravilloso primer día de academia de aurores. Sonreí, permitiéndome acordarme fugazmente de cómo me había sentido yo en ese mismo sitio varios años atrás. Y los días que le sucedieron, junto a las novatadas que los compañeros mayores de segundo curso hacían. Las novatadas en cualquier sitio son lo mejor, son esa tradición que te permite conocer a tus futuros compañeros de trabajo, y a la vez temer a la competencia. Aunque quizá temer no sea el verbo.

Más bien se vuelve algo tedioso. Sobre todo cuando eres el pollito nuevo, objetivo de todas las burlas. Pero es divertido cuando tú eres el veterano que va tras ellos.

- Un placer Andrew - le estreché la mano, todavía con la sonrisa. - Yo soy Felix Phrixus, compañero tuyo de último año - me presenté. Era de buena educación, ¿no? Además de que quería hacerle saber que no todos son tan estrictos como nuestro jefe de aurores. No era necesario asustar al muchacho tanto desde su primer día, y menos con los acontecimientos actuales, en los que se necesitaban de hecho más personas para poder defender a ambos mundos.

Por momentos sentía el sueño intentar ganarme, pero yo iba más rápido y no me paraba. Podía parecer algo nervioso por fuera, o más bien inquieto. No me paraba de mover. Sabía que el momento en el que lo hacía me entraría sueño y pasaría de ir a ninguna de las clases. Necesitaba recibir estímulos del exterior constantemente, y mantenerme activo.

- No te preocupes, ven, vamos a ver a dónde tienes que ir - andar era buena idea, por todo lo dicho con anterioridad. - Si te apetece seguirme claro - le indiqué con la cabeza. El plan de acción era ir a la ventanilla de información, así le daría un punto de apoyo para cuando necesitara saber cualquier cosa.

Podría decirse que todos abusamos de la gente amable que anda casi en la entrada del cuartel, en su pequeño despacho, desde el que sabían orientarte a donde necesitaras ir. Ellos sabrían donde se haría la presentación para los futuros aurores, que por primera vez pisaban aquél sitio. Sitio que sospeché sería el mismo al que había tenido que acudir yo, pero vamos, no le iba a servir todo en bandeja a Andrew.

Pero claro, para eso antes tenía que aceptar a seguirme.

Recibió el apretón de manos e hizo un ademán con la cabeza como agradeciéndole por ayudarle y haberlo recibido. -Un gusto, señor Phrixus.- pronunció su apellido imitando a como lo había hecho hace segundos el muchacho, y pensando que quizá llamar por el nombre de pila a un superior era entrar en confianza muy rápido. Tomó sus pertenencias que había dejado en la silla y demoró menos de un segundo en ponerse en marcha cuando Felix le indicó que lo siguiera. -Si, claro.- Se arregló casi inconscientemente su vestimenta y caminó detrás. Felix le había caído bien. O quizá era que hacía tiempo que no recibía un trato amable. El último año en Hogwarts lo había dejado casi sin tiempo para las sociales.

Mientras caminaban empezó a mirar a los alrededores estudiando todo con fascinación e impresionado. Alcanzó a mirar por arriba de las paredes divisorias de los cubículos, algunas hojas apiladas en los escritorios. Imaginó que eran casos asignados a los aurores e inmediatamente supuso que en algún lugar tenían una lista de mortífagos, o magos no mortífagos pero peligrosos. Quizá su posible paradero, familiares cercanos, clasificados con calaveras según su habilidad. Seguramente le daban los casos más peligrosos a los aurores más experimentados. Probablemente trabajen en equipo y cada tanto realicen trabajo de campo con un novato de la academia para que se foguee. Sonrió de forma apenas perceptible pero no pudo disimular la emoción en su cara. Pensar todo aquello le motivaba.

- Llámame Félix, somos compañeros al fin y al cabo, ¿no?

Me gustaba que el chaval fuera educado, pero me sobraba. No era mucho mayor que él, quizá un par de años nada más, y por eso me incomodaba que me tratara de usted. Sobre todo porque nadie lo hacía, al menos no desde Hogwarts. En la academia de aurores nadie tiene tiempo para este tipo de tratos, al menos no entre nosotros. Con los tutores era diferente, a ellos sí que había que tratarlos con respeto - al menos algunos. Otros insistían en que no, y era lo mejor. Menos preocupaciones.

Mientras deambulábamos de camino a información, pude darme cuenta de que Andrew miraba a todas partes, emocionado. Creo que todos entramos así, ¿no? Todos botamos de alegría, sobre todo si es el empleo que más ilusión nos hace.

- ¿Andas nervioso? - le pregunté, aunque ya me imaginaba la respuesta. - La academia es genial, siempre que no vayas con Cosmas como tutor - entonces estabas condenado a no acabarla. Este señor, de alguna forma, no había tenido un solo interno que terminara con él. Bueno, sí, uno sí. Y seguramente la aurora se quedó con secuelas psicológicas permanentes para el resto de su vida.

Miré a Andrew, al darme cuenta que quizá esta frase no era la más alentadora nada más apuntarte a la academia.

- Tampoco es muy probable que pase, tranqui - le aseguré. Entonces pensé un segundo en cómo proseguir. - Hay muchas clases chulas, como Ocultación y Disfraces o Rastreo, son geniales. Hay algunas que son un rollo, sobre todo las que están relacionadas con las leyes y con la teoría de lo que se tiene que hacer, porque claro, un buen auror debe saber la ley para no infringirla - expliqué, aunque quizá era de cajón y era solo mi cabeza la que no funcionaba del todo y pensaba que había que explicarlo todo.

En lo que hablábamos… o bueno, en lo que le contaba, llegamos a la ventanilla de información. Saludé con la mano y con una sonrisa a la señora que estaba detrás, y me giré hacia mi acompañante una vez más. Iba a preguntar él mismo.  

- Aquí te pueden indicar a dónde ir y a qué hora - le expliqué. - Yo tengo casi media hora para mi primera clase así que te puedo acompañar sin problema.

Siempre que pasemos a por café antes, o té. O ambas. Aunque algo me decía que tendría que pasar la primera hora sin ninguno de estos brebajes.

Asintió a su primera sentencia y bajo la mirada como quien se equivoca. -Felix, entonces- afirmó y siguieron caminando.

-Eh...- titubeó y su mirada quedó fija en un punto, como buscando palabras para expresar lo que sentía. Finalmente le miró a Felix a los ojos e intentó expresarse con claridad. -Es una mezcla de nervios con entusiasmo con... - No supo encontrar la palabra adecuada en el momento -¿Qué tal si no soy lo suficientemente bueno?- Apenas terminó su interrogante, supo que no era el momento indicado para hablar de eso, hasta quizá tampoco fuera la persona indicada con quien hablarlo. Felix se había mostrado amable y parecía sincero, pero seguramente no tenía tiempo para hablar sobre preocupaciones personales. -Perdón, no tienes que contestar eso. Pero sí. Estoy bastante nervioso. Sobretodo por miedo a no cumplir con las expectativas.- Hizo una pausa y tomó aire. -Gracias. Me aseguraré de hacer todo o que esté en mis manos para que no te toque Cosmas.-

Llegaron a lo que parecía un mini-mostrador y escuchó lo que decía sobre la bruja que tenían enfrente. Andrew se acercó al mostrador una vez que Felix terminó su saludo e hizo un gesto extraño con su rostro. Ese gesto típico que uno hace, generalmente las personas tímidas, al acercarse a un desconocido del que esperan sacar determinada información. Terminó de hablar con la bruja y dio media vuelta para encontrarse con Felix.

-Clase teórica, diez y media.- dijo rápido y con entusiasmo. Felix acababa de decirle que eran las más aburridas, pero su ansiedad en ese momento desbordaba. Solo quería tener una clase sobre como ser un auror.
Levantó la mirada y observó el reloj de pared. Aún no eran las ocho. -Supongo que tendré que acompañarte a la clase a ti.- retrucó bromeando, ya que aún faltaban más de dos horas para tomar su clase teórica. -Me dijo que ya me habían asignado un tutor pero que el sabría como encontrarme.-

No pude esconder la amplia sonrisa que se me formó en la cara. Muy pocos de mis compañeros se habían sentido realmente preparados para el puesto el primer día de academia, mientras que los demás habíamos dejado un ambiente en el que el nerviosismo y la duda casi que podían palparse.

- Ahora mismo, las expectativas son las que tú te impongas - le confesé. - Y los límites también. Has llegado hasta aquí, ¿no? Los EXTASIS requeridos para poder siquiera plantearse entrar a la academia son bastante exigentes, y si lo has conseguido hasta ahora, lo que se espera que seas capaz de seguir también - y no era más que la pura verdad. Que sí, que existían las probabilidades de no acabar la academia, que no siempre llegaban hasta el año final siquiera todos los que habían entrado al principio, pero... En general, con constancia, dedicación y dos dedos de frente (esto último fundamental), muchos llegaban al final. De todos modos, estas estadísticas a Andrew no le incumbían ahora mismo.

Interrumpí mi mini monólogo cuando llegamos, para después de que él se acercara de nuevo pudiera seguir.

- Aplica casi el mismo principio que en Hogwarts, hay bastantes clases, así que asegúrate de asistir a la mayoría posible, e intenta estudiar y practicar y mantenerte al día. Eres mayor de edad, así que no tienes excusas para no practicar lo dado en clase, y si necesitas ayuda o un sitio donde estudiar, en la academia hay salas de estudio y salas de prácticas, y son instalaciones que puedes utilizar - le expliqué. - Y si ves que te quedas atrás, hay algunos compañeros de otros cursos que dan hasta clases particulares en algunas de las asignaturas - si es que esto era casi como la mafia muggle. Y por supuesto, el mejor recurso que existe son los alumnos de cursos superiores. Ellos indican quien es un cabrón a la hora de examinar, quién se centra más en casos prácticos, quien es el que miente constantemente con lo que dice que entrará, quien pregunta cosas que no explicó... En general, mientras más alto en la cadena alimenticia, más se sabe y más saber se puede transmitir a los nuevos conejitos de indias. Eso lo aprendí en la segunda semana de comenzar, y es saber que me ha acompañado desde entonces.

Suspiré. Ya no me quedaba más que decir, o eso creía. Me fijé en mi acompañante, intentando juzgar sus expresiones. - ¿Alguna duda?  - pregunté, dándome cuenta de que me estaba sintiendo menos cansado, alcanzándome poco a poco el subidón de llevar un tiempo sin dormir.

Saliendo de aquella sala pude darme cuenta de la hora que marcaba el reloj. Quedaban todavía unos 25 minutos tranquilos. Además, según recuerdo, el profesor que nos iba a impartir la clase solía ser algo impuntual.

- ¿Te apetece ir a buscar té o café mientras hablamos? - el subidón no tiende a durar demasiado, así que cualquier fuente de energía externo era bienvenido.

Andrew observó como Felix se reía y supo en ese instante que había hablado de más. Así y todo, parecía que el hombre iba a responderle y así fue.

Lo que decía era cierto. Había llegado hasta ese punto que no todos llegan. Los próximos tres años serán como un posgrado de Hogwarts para luego convertirse en Auror... una parte de su sueño. De repente se había percatado de algo que su nuevo colega había dicho: podía hacer magia fuera de Hogwarts. En Hogwarts era normal hacer magia pero hasta ahora no la había practicado pues estaba prohibido. Su mente estaba en otra parte, sin dudas. En este momento, escuchando a Felix.

-¿Clases particulares?- exclamó con sorpresa. -Eso servirá, más aún viniendo de un auror de mayor rango, supongo.- pensó en voz alta mirando a Felix. -Entendido. Muchas gracias, Felix.- sonrió y asintió una vez como haciendole entender que realmente le había ayudado. Felix le había calmado bastante y ahora miraba a su alrededor con otros ojos. Intentaba acostumbrarse al nivel dos del Ministerio de la Magia, pues pasaría allí la mayor parte del tiempo por los próximos tres años y esperaba que por mucho más tiempo, cuando se gradúe y se convierta en un verdadero auror.

-Si, claro. No hay nada como un café bien dulce antes de arrancar- contestó a su última pregunta y se puso en marcha a la par de el. -¿Noche larga?- preguntó de atrevido ya entrando más en confianza. A juzgar por su rostro, parecía cansado. -¿Qué se siente estar en último año? Estás a un paso de ser auror.-

- Un placer - le respondí, con una sonrisa en la cara. Me volvía optimista por momentos. La verdad es que estar en movimiento y hablando me sentaba mejor que echarme una siesta en estos momentos. Lástima que no pudiera hacerlo durante la clase. La siesta o estar en movimiento y hablando, quiero decir, ambas opciones me valen. Pero la clase es con este profesor que si no le atiendes, te tira hasta el borrador a la cabeza. Ya acabé una vez con tiza hasta dentro de las orejas, no me gustaría que se repitiera el suceso. 

Lo bueno del departamento de aurores es que todo estaba bien separado. Había zona para alumnos, había zona para aurores y zona para civiles. Obviamente había también zonas comunes, la cafetería por ejemplo o el vestíbulo con el que te encontrabas nada más entrar en el departamento, pues luego estaba el que controlaba a nuestros señores tutores y los demás aurores y del que acabamos de salir, que era el de la academia específicamente. Todos cercanos a la cafetería, gracias a Merlín. 

La verdad es que no me decidía si estaba reventado o hiperactivo en estos momentos. Supongo que dependía del momento en el que me preguntaran. Una cosa tenía clara, no tenía ganas de clases teóricas ahora, ni de verme con mi tutor después para ayudarle con el informe. P**o. 

- Podría decirse, sí - por alguna razón me hizo gracia. Oye, habíamos hecho cosas chulas, habíamos ayudado a que se cumpla el orden en el mundo mágico una noche más. Esto era bueno. Si no fuese porque yo no había sido necesario y si no fuese porque ya había estado en misiones parecidas, y obviamente si no fuese por la forma de mi tutor de decirme: ahora te jodes, a ver qué tal aguantas las horas de teoría soporífera. No vamos a mentirnos, probablemente le haría lo mismo a mis alumnos tutorizados, si llegaba a tener alguno. 

Justo entonces llegamos a la cafetería. El olor a café y repostería recién horneada despertó mi estómago. Éste le respondió a los estímulos nuevos con un minirugido. 

- Dejémoslo en que hay que cumplir con lo que tu tutor te pida, aunque sepas que lo hace por fastidiar y sin ningún propósito - me encogí de hombros. - Y aunque sigas de vacaciones - espero que mi hermano me haya guardado un trozo de tarta al menos. Aunque ahora mismo me daba igual, dado que ya comenzaba hasta a vislumbrar los dulces de la cafetería. - En general, si en algún momento te llama o se presenta en tu casa y te dice que tienes que acompañarle, tienes que hacerlo, sin preguntas, te cambias a tu uniforme y vas, no hay horarios ni excusas - lección importante también, a un compañero le echaron de la academia por desobedecer a su tutor. No se lo iba a comentar al chaval, para no acojonarle más, pero... Era importante saberlo.

Caminaba junto a Felix cuando de repente le invadieron varios olores que se resumía a uno. El olor a desayuno. Habían ingresado a la cocina. En una mesa se presentaban varios bocadillos y había algunas tazas de café y té que se rellenaban solas. Andrew tomó un bocadillo y se lo comió de una sola vez. Enseguida supo que tenía mucho hambre. Los nervios no le habían dejado desayunar esa mañana y en cuestión de segundos comió otros cuatro bocadillos.

Tragó y terminó de escuchar a su colega. -Entiendo...- pensó en su primer trabajo muggle de verano cuando le hicieron ordenar los libros de un estante en una biblioteca, alfabéticamente. Con solo recordarlo, Andrew se ponía de mal humor. Era un estante grande de casi quinientos libros. Con magia lo hubiera hecho en cuestión de segundos, pero cuando trabajaba en verano aún era menor de edad, por lo que no podía usar la magia. Recordó que su padre le dijo que siempre el nuevo hacía el trabajo que nadia quería hacer. -... el famoso derecho de piso. Solo que este dura tres años.- Hizo una pausa para comer un poco más. -Supongo que está bien que así sea. Al final del día ellos saben más, tienen más experiencia y son responsables por nosotros.- Miró a Felix buscando aprobación aunque no estaba seguro de que la encontraría. No conocía al muchacho.