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Una serie de eventos desafortunados - Iorwerth Cosmas {Africa}

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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:48 am

22 de enero
Domingo por la mañana

Poco más de dos meses habían pasado desde el asesinato del Primer Ministro y el inicio de la guerra entre muggles y magos, pero para Jane había sido como si el tiempo se hubiese detenido. En primer lugar, había perdido la costumbre de no tener algo que hacer con cierta constancia; le había dedicado los últimos años de su vida a su formación como auror y su posterior puesto de trabajo, y las veces que había tenido vacaciones de más de un par de días, generalmente se las había pasado viajando. En segundo lugar, seguía sin tener un plan para sus próximos movimientos. Así que sin tener a dónde ir ni saber bien qué hacer, se sentía bastante perdida y algunos días se le hacían eternos.

Había acudido a la casa de su madre una sola vez en todo ese tiempo, cuando se sintió lo suficientemente segura para hacerlo. Había sido una visita corta, pues no quería llamar la atención de nadie ni mucho menos poner en riesgo a su propia familia, pero no iba a quedarse tranquila hasta que no viese a su madre y a su hermano. Les pidió una y mil veces que fuesen cuidadosos y continuaran con sus vidas como si nada, y ellos le pidieron una y mil veces que se quedara. Por supuesto, los tres sabían que no podía hacerlo, no en aquellas circunstancias. Se marchó del lugar sin decirles a donde iba, en parte por su propia seguridad pero principalmente porque ni ella misma sabía hacia donde se dirigía, y se fue sin saber cuándo volvería a verlos.

Luego de enterarse de que se había empezado a dar caza a magos y brujas, Jane se había dado cuenta que ningún sitio sería del todo seguro. Decidió alejarse de la ciudad y de todos quienes la conocían, por su propia seguridad y la de los demás, y los sitios más apartados pasaron en convertirse en su refugio. Con su tienda de campaña mágica, algunas provisiones y suficiente ropa en su mochila con encantamiento súper extensible, Jane iba de un lado a otro sin quedarse demasiado tiempo en un mismo lugar. Solía resguardarse en bosques espesos o montañas solitarias, y una que otra vez se detuvo en algún pueblo mágico que le pareció lo suficientemente seguro.

Las escenas del ataque en el Ministerio la acompañaban a donde fuera que se dirigiese, y aunque le hubiese gustado decir que tenía la consciencia tranquila, no era así como se sentía. Un muggle había muerto por culpa suya, y aunque se había tratado de un accidente, como había determinado el tribunal mágico luego de juzgarla, los muggles se habían encargado de hacerla sentir como una verdadera asesina. No le parecía justo, nada lo era en esos momentos, y no podía evitar preguntarse todos los los días qué habría pasado si las cosas hubiesen sucedido de manera diferente en octubre, y si acaso su decisión de huir había sido la correcta.

Todo era demasiado incierto, y eso la frustraba. Pero sí estaba segura de una cosa, y era que debía planear alguna forma de cambiar la situación en la que se encontraba. Porque sí, había decidido desde un principio que no sería una más de los que se quedarían de brazos cruzados viendo como el mundo que conocía cambiaba por completo. Por supuesto, aquella era la meta más complicada de lograr. Siendo ahora una fugitiva y sin poder entrar en contacto con aliados, no estaba avanzando demasiado. Sabía que habrían cientos de magos y brujas inconformes con la situación actual y esperaba que fuese esa misma cantidad quienes estuviesen dispuestos a oponerse. ¿Pero cómo iban a reunirse? ¿Por dónde iban a empezar?

No tenía respuestas a esas preguntas, pero creía saber dónde empezar a buscarlas. Sabía que Hogwarts seguía siendo un sitio seguro para la comunidad mágica, aunque no sabía por cuánto tiempo más podría considerarse así. Si tenía algo de suerte, los muggles no habrían dado aún con la localización del castillo ni estarían vigilando la zona, por lo que tal vez podría encontrar allí a esos aliados que buscaba. Sin embargo, ya se habían levantado rumores de que algunos magos y brujas habían decidido colaborar con aquella nueva cacería, así que Jane debía ser muy cuidadosa a la hora de decidir en quién confiar.

Así había llegado a Hogsmeade, el lugar más cercano a Hogwarts al que podría acceder sin llamar la atención, y donde esperaba hallar algo más de información o tal vez inlcuso encontrarse con alguna cara conocida. Había una persona en particular en la que aún tenía depositadas algunas esperanzas, y ese era Iorwerth Cosmas. No quería arriesgarse a ser vista por algún indeseado, así que se había mantenido al margen del pueblo y había armado su tienda de campaña de camino a la montaña, en un sitio alejado donde había encontrado una cueva vacía en la cual refugiarse. Pasó allí una noche y a la mañana siguiente salió de la protección de la cueva para decidir qué hacer.

Era domingo y Jane esperaba que los alumnos hiciesen su visita regular al pueblo. Desde donde estaba tenía una amplia visión de Hogsmeade y sus alrededores, por lo que no tardó en reconocer a las corrozas de Hogwarts y los grupos de alumnos que bajaban de ellas. Bueno, al menos algunas cosas no habían cambiado, pensó. Sabía que podía ser un poco arriesgado, pero si se lograba acercar lo suficiente tal vez podría enterarse más de cerca de lo que estaba ocurriendo en el colegio, quizás incluso hablar con algún estudiante personalmente. A fin de cuentas, no tenía enemigos en Hogwarts. Nunca los había tenido.

Tras reordenar sus cosas y echarse el bolso al hombro, bajó por la desolada ladera hasta llegar al camino de tierra que conducía al pueblo. Se había sentido tranquila desde que había llegado allí, suponía que inconscientemente seguía asociando ese lugar con buenos recuerdos de su época de colegio, pero a medida que el camino se iba ensanchando y empezaba a notar más movimiento y escuchar las voces de la gente, no pudo evitar comenzar a preguntarse si era buena idea hacer aquello a plena luz del día. Bueno, ya había llegado hasta ahí y tenía que intentarlo. Se acomodó el cuello del abrigo intentando cubrir un poco más de su rostro, pero sin que fuera demasiado llamativo, y cuando divisó a un grupo de chicos en una de las calles, se acercó hacia ellos.

Fue entonces cuando sintió una presencia a sus espaldas, pero antes de poder reaccionar, una mano le tapó la boca y mientras Jane sacaba su varita, la familiar sensación de la desaparición se apoderó de su cuerpo. Al segundo después sus pies tocaban un suelo diferente, y tras separarse de su captor se giró con la varita en alto y lista para atacar. Por supuesto, no había esperado encontrarse con esa persona al darse la vuelta.
-¿Cosmas? -preguntó estúpidamente mientras bajaba la varita, como si no lo reconociera. Por supuesto que lo hacía, pero su aparición había sido demasiado imprevista y la sorpresa podía notarse en el rostro de la chica.


Última edición por Jane L. Penderwick el Mar Jun 06, 2017 1:50 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 11:50 am

Era la primera salida que se les permitía a Hogsmeade, y durante ese sábado, lo primero que había hecho Iorwerth es desaparecer del pueblo en cuanto había podido para dirigirse a la privacidad de su casa, protegida con un Encantamiento Fidelio y entrar a ella buscando a por Jabba, su gato, quien inmediatamente se puso a ronronear tras su encuentro. Se veía bien cuidado, no había perdido peso, ni estaba agresivo, lo que significaba que su padre lo había cuidado y que Antoline también estaba bien. Revisó que tuviese comida, agua y limpió su caja de arena, asegurándose de meter ruido para que su padre se acercara si acaso estaba en casa, pero no lo hizo. Buscó a por él cuando hubo acabado de atender el gato, lavado sus manos y llevado algo a la boca para comer, pero Antoline no estaba en casa.

Envió entonces un patronus a Dumbledore, uno que no dijera nada, simplemente que apareciera y desapareciera ante él como una señal, mientras dirigía sus pasos al cuarto matrimonial y empacase todas las cosas de Stella de regreso a las maletas con la que la bruja se había mudado, antes de reducirlas de tamaño y meterlas también a su bolso con encantamiento súper extensible.

Albus respondió a su Patronus pocos minutos después, un enorme fénix plateado que sólo dijo una palabra “Iorwerth”, lo cual significaba que estaba solo y que podía hablar, así que el irlandés conjuró el suyo y se lo envió de regreso.

Estoy fuera de Hogwarts ¿Dónde está mi padre? Tenemos que hablar.

La loba plateada desapareció inmediatamente y él aprovechó de darse una ducha rápida mientras recibía la nueva respuesta que le decía una hora, una dirección y que su padre estaba junto con él. El profesor frunció inmediatamente el ceño, no le gustaba en absoluto la idea de que su padre estuviese haciendo demasiadas migas con el anciano, lo que menos deseaba era que él también se metiese en el conflicto que estaban viviendo, no lo necesitaba y merecía una vejez tranquila.

Iorwerth se secó y salió inmediatamente para juntarse con el antiguo Director y dedicarse por al menos una hora a conversar larga y tendidamente para propinarse mutuamente un intercambio de información al respecto de lo que estaba ocurriendo tanto en Hogwarts como en el exterior, mas no le agradó nada en lo absoluto que Antoline se hubiese propuesto como nuevo miembro de la Orden del Fénix desde el mismo día de la Batalla de Hogwarts, tanto él como la Profesora Brandford y Fiona Shadows habían ayudado a Dumbledore en la construcción de la nueva zona segura de la Orden a la cual él se había negado a pisar, ya que no deseaba hacerlo sin saber a que riguroso control sería sometido luego de su primera salida.

Mas tarde, viajo con Antoline a la ciudad de Killarney en donde visitaron el cementerio en donde estaba enterrada su madre, pudiéndose así —finalmente— despedirse de ella y darse un momento para llorarle a solas y disculparse por no haber sido el hijo perfecto que Felicia hubiese merecido.

Ya al finalizar aquel día, arrendó un cuarto de hotel en donde liberó a Stella Moon, la mortifaga, de su largo sueño a causa del Filtro de los Muertos que él mismo le había suministrado. Aquel encuentro no fue del todo bien a como Iorwerth lo había planeado y no salió muy contento consigo mismo, pero aún así regresó a dormir a Hogwarts para asegurarse de no hubiese habido ningún incidente con la salida de los alumnos al pueblo y, por suerte, no lo hubo.

Al siguiente día, domingo 22 de Enero, salió nuevamente, a primera hora, con dirección al pueblo en donde tenía las intenciones de primero pasar a tomar desayuno antes de emprender su viaje el cual pronosticaba le llevaría unas buenas horas realizar, por eso había salido de los primeros y se encontraba mirando el menú colgado a las afueras de Las Tres Escobas, cuando miró hacia uno de los costados de la calle y por el rabillo del ojo le pareció ver movimiento en las colinas. Afinó los ojos y le pareció ver que alguien descendía por una de las laderas hacia el poblado. Entrecerró los ojos con algo de sospecha y, aprovechando que estaba en un poblado mágico, se transformó en lobo en aquel mismo lugar y corrió por detrás de las calles en dirección a la colina, por uno de los costados de ésta. No tuvo que acercarse demasiado para reconocer aquella silueta, por lo que rodó los ojos (aún como lobo) y regresó a su forma humana para desaparecerse y volver aparecer de sorpresa por detrás de la chica, tapándole rápidamente la boca y desaparecer, una vez más, con ella antes de que alguien les viera.

Se materializaron en la costa, en un área en donde no se veían casas, pero sí algunos acantilados y el color verde volvía a ser el predominante, aún en medio del invierno. Sólo ahí le soltó, permitiéndose que se diese la vuelta y le mirase a la cara.

El primer hechizo que te lancé el primer día que nos conocimos.

Preguntó en respuesta a todo saludo o pregunta de desconcierto y sacó la varita para apuntarle, dejándole en claro que si se equivocaba sería alimento de gusanos. Tenía sus razones para sospechar que aquella no fuese la verdadera Jane, la única Auror a quien aún toleraba. Esperó en silencio, sin decir nada más ni decir ninguna pista, hasta que la chica por fin dio con la respuesta correcta y sólo ahí el irlandés bajó la varita. Jane pudo darse cuenta en ese momento que a su mentor le faltaba la mano derecha y parte del antebrazo.

¿Qué es lo que estabas haciendo en Hogsmeade? ¿Cómo se te ocurre aparecer ahí? ¿Acaso no tienes idea que tu cabeza tiene precio?preguntó enfadado Me parece una mierda que pese a todos mis años de entrenamiento aún te comportes como una novata ¡¿Qué hubiera pasado si hubiese sido uno de los otros y no yo?!… Merlin…

Maldijo antes de girarse a un costado, como si desease ver una imagen mejor que la de la bruja mirándole con esa cara de sorpresa.

Por un momento tuve incluso la esperanza de que no fueras tú, que fuese un señuelo para captar traidores al nuevo orden, y hubiese deseado mil veces que fuese aquello. ¿Qué es lo que quieres? ¿Morir de mártir?
Iorwerth Cosmas
Iorwerth Cosmas
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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:52 am

A diferencia de Cosmas, a Jane no se le había pasado por la cabeza que la persona que tenía en frente podría no ser quien parecía; su pregunta no había salido de su boca con la intención de ser corroborada, sino como un simple reflejo ante su confusión. Jamás había dudado de quien había sido su mentor -y que continuaba siendo una de las personas a quienes más respetaba-, pero dadas las circunstancias no se podía estar seguro de nada ni de nadie, ni ser demasiado precavido.
-Iacio sagittas -respondió a su pregunta con calma, recordando perfectamente su primer día de entrenamiento como auror, pues era precisamente una de esas cosas que jamás olvidaría.

Sólo entonces, cuando esa pequeña tensión inicial pareció disiparse, pudo poner algo más de atención a los detalles, tanto al sitio en el que se encontraban, que no le resultaba particularmente familiar, como al hecho de que a Cosmas le faltaba una mano. Algo que nadie podría pasar por alto ni aunque quisiera, desde luego. Aún más extrañada que antes, abrió la boca para preguntar al respecto, pero el auror se le adelantó. Sus palabras le sorprendieron sólo durante un primer momento, pues aunque no había tenido contacto con Cosmas en bastante tiempo, por supuesto que no había olvidado como era su carácter y que ciertas cosas eran de esperarse cuando se trataba de él. Aún así, no podía decir que fuese grato escuchar aquello.

-Yo también me alegro de verte -le respondió con sorna, aunque sus palabras eran más ciertas que irónicas pues realmente se había sentido aliviada al ver con quién se había encontrado. Por eso mismo era que la reacción del hombre le había resultado un poco dolorosa, pues especialmente en ese periodo por el que estaban pasando, una actitud un poco más amistosa habría sido algo justo y necesario. Pero no podía exigirle eso a alguien como Cosmas, eso lo sabía. También debía admitir que tenía algo de razón con lo que decía, pues Jane no se había detenido a considerar demasiado los riesgos que estaba corriendo al aparacer en Hogsmeade, básicamente porque estaba cansada de hacerlo.

-Lamento desilusionarte, pero no, no soy ningún señuelo -continuó luego de que él la encarara, mirándole a los ojos mientras intentaba mantener la tranquilidad. Su expresión era seria, quizás incluso un poco decepcionada, y tanto la sorpresa como la confusión habían desaparecido lentamente de su rostro.  
-¿Quieres saber por qué aparecí en Hogsmeade? -preguntó subiendo un poco el tono de voz, sin poder evitarlo-. Porque he pasado dos meses ocultándome como una cucaracha en las alcantarillas sin tener ni puta idea de lo que estaba ocurriendo aquí. Y estoy harta de eso. ¡En algún momento hay que arriesgarse, joder!

Dio un pisotón sobre el césped como si quisiera desquitar su frustración contra el suelo, mirando a su antiguo mentor con el ceño fruncido. Realmente se había encontrado en un punto donde sentía que debía dar un salto de fe para poder avanzar un poco, y haberse encontrado con Cosmas era una muestra de que aquello había valido la pena, incluso si el mago no lo veía de esa forma en esos momentos. Por supuesto, hubiese preferido no comenzar de esa manera tan poco amigable, especialmente después de haber pasado tanto tiempo sin recibir noticias del hombre, pero desde luego que no era la primera vez que una conversación con Cosmas empezaba a los gritos.

Desvió la mirada hacia el mar buscando un poco de calma, algo que pareció encontrar pues su expresión no tardó en suavizarse. Suspiró antes de volver a hablar.
-¿Dónde estamos? -inquirió finalmente, volviendo a fijar su mirada en Cosmas. La bajó luego hacia su brazo mutilado y apretó los labios brevemente. -¿Qué te pasó? -continuó con evidente preocupación en el rostro. Su pregunta no se limitaba a lo que podían ver sus ojos, pues quería saber más; quería saber qué clase de suerte había corrido el auror luego de los altercados que habían ocurrido desde octubre, y así poder empezar a hacer calzar las piezas del rompecabezas que se había formado en su mente durante esos meses.


Última edición por Jane L. Penderwick el Dom Jun 04, 2017 4:24 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 11:56 am

Vio en su rostro la expresión de cabreo, pero no fue sino hasta su comentario —para él irónico— de que también se alegraba de verla, que tuvo incluso ganas de propinarle una bofetada o mandarle a volar acantilado abajo con algún hechizo de rechazo, por lo que para cuando ella ya levantó incluso su voz para decirle lo penosa que había sido su existencia, Iorwerth la tomó inesperada y bruscamente del pecho de su chaqueta y la sacudió una sola vez antes de acercarla a él.

No-sirves-muerta.

Le espetó remarcando cada una de aquellas palabras, antes de soltarla y darse la media vuelta para comenzar a caminar en dirección a un terreno mas plano, mientras le escuchaba suspirar y por tanto comenzar a calmarse, por lo que entendió era algo que debía imitar, más él no suspiró. Simplemente acompasó su respiración y continuó caminando mientras escuchaba sus preguntas.

Solway Coast, noroeste de Inglaterra.

Respondió breve y precisamente, antes de sentarse sobre una roca y sacarse uno de los zapatos, el cual mantuvo en su única mano, para luego mirarle una vez más, cuando le preguntó que es lo que le había pasado.

Es una larga historia, pero dependerá de ti si podrás saber la versión completa o no.

Le miró seriamente. Siempre había tenido a Jane en una gran estima, pese a que muy pocas veces lo hubiese demostrado. Después de todo, seguía siendo ella la única Auror a la que había seguido tolerando luego de la muerte de Ella y su tan fallida investigación, tanto así que varias veces había preguntado a Jane hasta cuando iba a seguir trabajando para aquellos corruptos del Ministerio.

Se puso de pie y dejó su zapato sobre la misma roca en la que antes había estado sentado, para sacarse la varita del bolsillo y posarla sobre él, convirtiéndole en un traslador.

Portus.

Por un momento su zapato se iluminó con una especie de halo de tonalidades celestes que luego desapareció, dejando al calzado con la misma apariencia que había tenido antes de ser hechizado.

Necesito hacer una visita a unos viejos amigos en Africa ¿vienes?preguntó a la muchacha, antes de posar la mano sobre el calzado Tres segundos… dos… uno…

Y el traslador de activó, haciendo que el piso comenzara a girar inmediatamente bajo ellos, alzándoles en una especie de torbellino huracanado que amenazaba con arrojarles a cualquier lugar en el Mundo si acaso se llegaban a soltar cuando —precisamente— Iorwerth se soltó, alejándose rápidamente de aquella imagen.

El ex-auror descendió lentamente como si sus piernas flotaran en el aire, al más puro estilo musical de los años sesenta, hasta que finalmente llegó a tocar tierra firme. Una vez más estaban rodeados de verde, pero esta vez no era sólo praderas, sino que también habían matorrales y a lo lejos un grupo de curiosas montañas de forma bastante peculiar.

Nos encontramos en las regiones del norte de la República de Uganda, allá en una de aquellas montañas está Uagadou, pero nosotros iremos a Kisoro. Sin embargo aún tenemos una hora y media para tomar desayuno, y lo que es yo, necesito comer.

Dicho aquello, invocó su zapato con un ‹‹Accio›› no verbal y se lo puso de nuevo, antes de abrir su morral y comenzar a sacar de él la tienda de campaña, la cual arrojó al suelo para apuntarla con la varita y hacer el correspondiente set de cinco movimientos para montarla con un ‹‹Erecto››. Iorwerth entró inmediatamente para protegerse tanto del sol como de los mosquitos, y en su interior, como era de esperar, estaba completamente equipada como para sobrevivir por un buen tiempo, ya que el ex-auror la tenía en su poder de hacía varios años y había ido equipándola con el tiempo, por lo que rápidamente se acercó a uno de los muebles y sacó una especie de frasco de loción de uno de ellos, para dejarlo sobre la mesa.

Para cuando salgamos nuevamente, repelente para mosquitos.

Mencionó en voz alta, para que Jane se lo recordara si acaso él se olvidaba y entonces se dirigió a cocina en donde, con ayuda de la varita, se puso a preparar un omelette, junto a patatas asadas.

Vi la recompensa por tu cabezale miró , traidora al Ministerio ¿eh? ¿Quién lo diría? Nunca te quisiste alejar cuando yo te lo dije. Al menos tuviste mejor suerte que Drake Ulrich, él acabó en Azkabanagregó mientras ponía los cubiertos para ambos a la mesa . No conozco tu situación, pero imagino que estabas de guardia en el Ministerio a la hora de los ataques, por lo que te enfrentaste a los invasores y luego, al ver que todo estaba perdido, huiste ¿me equivoco?preguntó entrecerrando los ojos Imagino también que les enfrentaste porque era tu trabajo, pero luego ellos dieron "clemencia" para quienes se quisieran someter y tú no lo hiciste... ¿Por qué? Los asuntos de la sangre, nunca han sido tus asuntos. ¿Qué es lo que piensas hacer ahora?
Iorwerth Cosmas
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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:59 am

Parpadeó un par de veces cuando Cosmas la tomó por la chaqueta y la zarandeó, pero no intentó zafarse de su agarre ni dijo nada al respecto. Sabía que al menos en parte tenía razón, pues considerando como estaban las cosas, un error como ese podía ser fatal. Empezó a caminar detrás de él luego de que la soltara, escuchando sus palabras al tiempo que examinaba mejor el lugar con la vista; aunque ya sabía donde estaban, el sitio seguía sin decirle nada. Torció los labios con cierta desgana cuando el ex-auror dio a entender que no le contaría lo que le había ocurrido, al menos no aún, pero Jane sabía que no sacaría nada con insistir así que tendría que aguantarse la curiosidad hasta que efectivamente se diese el ocasión de saber más.
-Está bien -dijo tras unos instantes en respuesta a su mirada seria, dándole a entender que aceptaba sus condiciones. Siempre lo había hecho, siempre terminaba siguiendo las reglas de su juego pues sabía que de otra forma perdería, y en esos momentos eso era algo que realmente no le convenía. Le observó convertir uno de sus propios zapatos en un transaldor, y antes de que le preguntara a dónde pensaba ir, fue él mismo quien se lo explicó. La chica lo miró con la boca abierta, y es que aunque fueses mago o bruja, no todos los días te invitaban a viajar a Africa a través de un zapato. El traslador se activó rápidamente y Jane tuvo tiempo de tocarlo un segundo antes de que ambos fuesen transportados al otro lado del mundo.

Nunca le había gustado viajar con un traslador. La sensación de girar en el aire al tiempo que algo tira de ti desde dentro de tus entrañas no era precisamente agradable, y cuando finalmente llegaron al destino y soltaron el zapato, Jane no logró aterrizar de la misma forma grácil que lo había hecho su antiguo maestro. Se tambaleó hacia un lado mientras sus pies se movían intentando compensar la pérdida de equilibrio, y cuando finalmente pudo erguirse por completo su cabeza aún le daba vueltas. Sin embargo pudo maravillarse con la nueva visión igualmente; habían pasado de la monótona costa británica a un paisaje que Jane nunca antes había visto, y esta vez tardó un poco más en asimilar todos los cambios del ambiente, como el clima.
Observó las montañas que Cosmas le señalaba, recordando que él había estado en Uagadou años atrás, cuando era estudiante. En cambio del otro sitio, Kisoro, no tenía idea alguna.
-¿Desayunar en medio de la sabana africana? -preguntó ante su propuesta, recuperando un sentimiento de entusiasmo que no había sentido en mucho tiempo-. Creo que mi día ha mejorado considerablemente.
Entraron en la tienda de campaña luego de que Cosmas la hubiese armado y Jane se vio asombrada ante el buen equipamiento que tenía.
-Wow. Al lado de la mía, esta parece una mansión -comentó mientras observaba los muebles y luego el frasco de repelente para mosquitos.

Mientras Cosmas preparaba el desayuno en la cocina, Jane empezó a quitarse las capas de ropa extra que traía consigo para el invierno europeo, innecesarias en un sitio caluroso como Uganda. Sin embargo se quedó con el suéter puesto, pues debajo sólo llevaba una camiseta que dejaría ver los rastros del Fiendfyre en su piel. Las quemaduras le recordaban constantemente lo afortunada que había sido de salir viva de su encuentro con Ben el día del ataque, pero también eran una muestra de su fracaso, de que había sido derrotada. Y lo último que quería era sentirse como una perdedora al lado de Cosmas. No podía evitarlo, aquello le avergonzaba. Guardó sus prendas en su propia mochila con encantamiento super extensible y luego se acercó a la cocina.
Alzó los hombros en respuesta al comentario de la recompensa por su cabeza, tentada de preguntarle cuánto ofrecían por ella, y luego tomó asiento frente a la mesa.
-Nunca tuve un verdadero motivo para hacerlo -se apresuró en decir tras el siguiente comentario de Cosmas, y la mención de Drake hizo que sus ojos se abrieran con sorpresa.
-¿Drake está en Azkaban? -repitió con una mezcla de rabia y decepción, como si no pudiese aceptarlo tan rápidamente-. ¿Has sabido algo de los otros aurores? ¿Qué pasó con Fly? -al fin tenía algo de información certera de alguien que conocía, y aunque aún tenía muchas dudas, tampoco quería bombardear a Cosmas con más preguntas.

Luego de su breve descripción sobre lo que había pasado en el Ministerio la noche de los ataques, Jane sólo pudo asentir con la cabeza corroborando lo que decía, sin entrar en detalles pues no creía que fuesen relevantes para Cosmas. De pronto no pudo evitar sentirse falta de valentía y pensó en Drake, quien seguramente también habría estado allí durante el ataque. Sabía que no tenía sentido compararse con nadie, pero ¿había sido un acto cobarde abandonar el ministerio como ella lo había hecho? Bueno, si se hubiese quedado habría terminado en prisión o directamente la hubiesen matado, así que quizás no había sido el acto más heroico pero al menos estaba viva.
-La verdad es que no estoy segura -respondió finalmente a su última pregunta, mientras Cosmas servía el desayuno. Le habría gustado poder darle un plan detallado de todo lo que había pensado hacer, pero lo cierto es que había aún tantas cosas que no sabía del nuevo régimen en el mundo mágico, que aquello le era simplemente imposible. Y de todas formas, Jane nunca había sido demasiado buena con los planes.
-Lo que sí sé es que debe haber mucha gente inconforme con esta situación y que estaría dispuesta a hacer algo para cambiarla. Y ya sabes lo que dicen: la unión hace la fuerza -esa, al menos, era su esperanza hasta el momento; encontrar a más personas con las que aliarse y organizarse.

Guardó silencio por unos momentos mientras se llevaba algo de comida a la boca, que le supo mucho mejor que lo que había comido durante el último mes pues ahora se sentía bastante más tranquila -y por fin no estaba sola-.
-¿Recuerdas lo que te dije el primer día que fui a tu oficina, cuando me preguntaste por qué estaba allí? -le miró a los ojos recordando lo que había dicho acerca de su hermano y cómo eso la había llevado a desear convertirse en auror. Un motivo que ahora le parecía demasiado personal, quizás incluso egoísta, pero seguía siendo válido.
-Mi visión no ha cambiado mucho desde entonces, pero esto ya no es una cuestión de trabajo, sino de principios. Sabes que nadie se convierte en auror sólo por el simple deseo de, no sé, poder llevar la placa. Todos entramos con algún tipo de convicción por detrás, y siempre quise pensar que eso era lo que nos unía. ¿Quedarme en el Ministerio sólo para conservar mi puesto y trabajar para el enemigo? Jamás me verás hacer eso -dijo totalmente convencida, bajando la mirada sólo para ensartar un par de patatas con el tenedor. Jane nunca había sido uno de esos aurores con complejo de superhéroe, pero sí se había guiado por los valores que le habían enseñado en casa y en Hogwarts. No podía traicionar aquello; sería como un perro que se va con el asesino de su amo a cambio de un poco de comida y protección.

-No puedo quedarme sin hacer nada después de todo lo que ha pasado, porque hacer nada sería lo mimso que apoyarlos, apoyar su régimen absurdo que para mí no tiene ningún sentido -continuó volviendo la vista hacia Cosmas nuevamente-. Sí, tal vez los asuntos de sangre no me afecten directamente, mis padres son magos y me han criado sin ningún tipo de influencia muggle, jamás hemos tenido problemas de ideales… ¿pero cómo se puede vivir en un mundo regido por el miedo y la represión? -frunció el ceño por un instante, como si realmente esperara una respuesta a aquella pregunta más bien retórica-. A la larga nos afectará negativamente a todos.
No tenía intención de que aquello sonara como un discurso filantrópico, pero creía necesario aclarar su punto de vista. Dejó sus cubiertos de lado por un momento, y juntó sus manos sobre la mesa, como si fuese a decir algo muy importante ahora.
-Sé que tal vez pueda ser una locura, pero a veces hay que cometer locuras para restaurar el orden -empezó a decir eligiendo sus palabras con cuidado, pues quería sonar convincente-. Podemos encontrar más personas que apoyen nuestra causa, podemos organizarnos bien y oponernos a este nuevo sistema -había estado hablando en plural pues en ningún momento se le había pasado por la mente no inlcuir a Cosmas en sus ideas. Lo miró a los ojos sintiéndose de pronto como una niña que intenta convencer a su padre de que adoptar un perro es una buena idea.
-¿Has estado ocultándote en Hogsmeade, entonces?
Jane L. Penderwick
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 12:03 pm

Le miró de soslayo cuando Jane preguntó por su invitación a desayunar y aceptó con entusiasmo, lo que hizo que el ex-auror sonriera brevemente y eso ya era mucho decir. Iorwerth no era una persona que regalase sonrisas a medio mundo, si lo había hecho ahora había sido precisamente porque se alegraba mucho de ver a Jane con vida, aún cuando no fuese la persona más afectuosa del planeta.

He trabajado en ellarespondió a su comentario de la tienda de campaña.

Mientras comenzaba el desayuno, agitó la varita también para realizar un ‹‹Indure Vestem›› no verbal, el cual le permitió cambiarse ropa por una vestimenta mas adecuada para el nuevo clima, con una camiseta blanca, sandalias y un pantalón corto de color caqui.

La comida estuvo rápidamente lista y es que cocinar con magia no era lo mismo que hacerlo de manera muggle, por lo que cuando Jane se acercó a la cocina, luego de aligerarse un poco de ropa, Iorwerth estaba acomodando los platos, listo para servir.

Ajarespondió asintiendo cuando su aprendiz pareció sorprenderse de que Drake hubiese caído en prisión La mayoría de los aurores continuaron trabajando, sometiéndose a las normas del nuevo Ministerio, Fiona es una de ellasagregó . Poulter, en cambio, anda de fugitivo al igual que tú, pero ya hemos dado con su paradero, y honestamente, sabes el aprecio que le tengo a los aurores, por lo que he de admitir que el bienestar de la mayoría me importa un bledo.

Reconoció con el mismo descaro de siempre, y es que para nadie era secreto que él no sentía aprecio alguno por los aurores y que d hacía ya varios meses que Jane había sido su única excepción, aún cuando no le visitara, ni se mantuviese cercano a ella, precisamente porque la chica seguía siendo uno de ellos.

Sirvió ambos platos, acompañados por un vaso grande de jugo de naranja y se alistó para comer. Desde el golpe de estado mágico que su dieta había cambiado de manera considerable, especialmente si acaso tenía que comer delante de alguien y es que eso ya le impedía sujetar algo con su mano y desgarrarlo con sus propios dientes, por lo que cuando estaba en compañía se limitaba a los alimentos blandos, que pudiesen ser cortados con el mismo tenedor o cuchara, ya que sólo disponía de una mano para poder alimentarse.

Escuchó la respuesta a sus propias inquietudes, lo que tenía pensado hacer y porque es que no se había sometido al Ministerio, mas él conocía bastante a Jane, por lo que su respuesta le había parecido genuina, por lo que cuando ella concluyó y le llegó el turno de preguntar, Iorwerth no tuvo ninguna duda respecto a que era lo que le diría.

Norespondió inmediatamente a su interrogante de si también se había estado ocultando en Hogsmeade , mi situación es algo más complicada.

Le miró a los ojos e hizo una pequeña pausa, para llevarse otro poco de alimento a la boca, mientras aprovechaba de ordenar sus ideas, llegando a la conclusión que era mejor partir desde el inicio, como si todo aquello fuese parte de una historia.

Todo partió desde que era aún un estudiante, pues tú sabes muy bien que en mi época de Hogwarts, y en todas mis épocas en realidad, fui un empollón de primerafrunció un poco el ceño . Digamos que empecé a interesarme por ciertos conocimientos que, de cierto modo, llamaron la atención de Dumbledore a quien acudí más de una vez en búsqueda de consejos y experiencias. Sí, era de los que iba a pedir actividades extra-curriculares para entretenerme durante las vacaciones de veranorió entre dientes , y eso significó que de un modo u otro siempre estuviésemos en contacto. Alrededor del 2007, hubo un aumento considerable de magos tenebrosos que comenzaron a tener un propósito en común; purificar el Mundo Mágico de los llamados sangre sucia. Bueno… Albus tuvo la idea de formar una pequeña agrupación secreta que defendiese a los hijos de muggles y luchara contra estos mortífagos de manera disimulada, yo fui parte de esta agrupación hasta la misma muerte de Ella, no sólo renuncié a los aurores, también me alejé de la Orden del Fénix, el nombre de la agrupación.

Hizo otra breve pausa, para beber un poco de jugo y así mojarse la garganta, mientras tomaba de regreso la varita y la movía un par de veces haciendo nuevas florituras como ‹‹Repello muggletum, Imperturbate, Salvio Hexia››, entre otros, ya que aún cuando dudaba que precisamente alguien llegase hasta ese punto de la sabana africana para espiarles, nunca estaba demás prevenir.

Luego, lo que ya sabes, me tiré a vago, bebí hasta que me cansé y Dumbledore me buscó otra vez porque me estaba perdiendo, mis capacidades, etcétera, etcétera, acepta al menos esta puesto como profesor de Hogwarts y regresa a la Orden del Fenixbebió otra vez , acepté el puesto de profesor, pero me tardé un poco más en regresar a la Orden y, cuando lo hice, conocí a esta mujer, Stella Moon quien también trabaja en el Ministerio, en el Departamento de Transportes Mágicos y además era miembro de la Orden. Stella, al igual que Ella, era licántropo y desertora de los mortífagos por lo que necesitaba protección y yo se la di. Lamentablemente, y sí, admito porque en gran parte me recordaba a mi mujer, acabé enrollado con ella en una relación sentimentalrodó los ojos, dejando en claro que tal parecía aquello no había acabado bien . Un mes antes de los ataques, una alumna se acercó a mi diciéndome que tenía conflictos con su familia debido a que la estaban obligando a seguir sus pasos y convertirse en una de ellos porque los mortífagos estaban reclutando incluso estudiantes, lo cual para cualquier auror resultaría alarmante ¿no es así? Bueno, avisé a Drake y Fiona, quienes también son miembros de la Orden, para que protegieran a la Ministra. Llega el día del ataque y a la primera que se cargan es a la Ministra… ¿y en serio luego me preguntan por qué no me agradan los aurores?

Chasqueó la lengua y se llevó un nuevo bocado a la boca, no creía que hacía falta aclarar a Jane que la Ministra era precisamente su ex-suegra a quien él siempre había tenido en bastante estima, ya que la auror había vivido junto a él todo el proceso que significó la aparición de Ella en su vida.

El ataque nos pilló de sorpresa, yo acudí inmediatamente al despacho de Dumbledore a donde también llegó Stella, supuestamente a alertarnos de lo ocurrido, sin embargo, a la primera oportunidad, atacó a Dumbledore por la espalda e intentó asesinarlo. Aún era una mortífagaalzó los hombros . Mis padres también estuvieron presentes en el ataque, uno de los mortífagos les secuestró y les obligaron a atacarme a través de la maldición Imperio. Mi madre reaccionó luego de un tiempo y la asesinaron por ello. Al final, entre Dumbledore y yo, logramos reducirles a todos en su despacho, pero el Castillo estaba absolutamente perdido y mientras él no se rindiera, no dejarían de atacar a los alumnos, así que se tuvo que ir y no se le ocurrió nada mejor que pedirme a mi el favor de seguir cuidando a sus alumnosmencionó con expresión de hastío . Yo…meneó la cabeza y dejó el tenedor de lado no es que no me importen los alumnos, y por eso no pude negarme pero… todos saben cuanto odio me tienen los mortifagos y ¿quedarme en un castillo rodeado de ellos? No es la mejor idea del Mundo, pero lo hice, y también me encargué que modificar los recuerdos de Stella, para que no recordase a nadie de la Orden que aún continuase con vida.

Se rascó la cabeza desviando la mirada, por supuesto, omitió la parte en la que cambió los rostros de algunos de los miembros, por los rostros de otros aurores (específicamente los que habían asesinado a Ella, y algún otro para que no fuese demasiado obvio) quienes seguramente tengan ya los días contados.

Lo supe casi desde el principio, no me iban a dar la oportunidad de someterme a su nuevo régimen, a mi me iban a matar. De hecho, se dieron el gusto de subastar mi muertele miró , me torturaron varias veces, varios días, hasta que por fin el verdugo ganador llegó a mi celda y por fortuna tenía como chantajearlo para que me ayudase a seguir con vida. Desde entonces soy la nueva adquisición del Señor Tenebroso, como el primer carroñero a sus servicios, un eslabón menor a los mortífagos, una especie especie de apoyo. Y sí, ahí fue cuando perdí mi brazo y otros varios pequeños trozos que ya han ido sanando. Y no, no soy fiel a Tom Riddle, pero es la única manera en la que podía salir con vida y seguir manteniéndome en el Castillo para cumplir mi misión. Pero, y creo que no hace falta que te lo diga, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener esta farsa.
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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 12:05 pm

También le sorprendió un poco enterarse de que Fiona se había quedado en el ministerio, aunque esperaba que no fuese por las razones equivocadas… no, conocía lo suficiente a Fiona como para creer que no se habría entregado a esa causa por completo, y que si había decidido seguir trabajando era porque tenía un plan en mente. Tenía que ser eso. Lo que sí no le sorprendió fueron las palabras de Cosmas respecto a su nula preocupación por el resto de los aurores, pues Jane sabía que desde lo ocurrido con Ella todo eso había dejado de importarle en absoluto. Era algo que aún le costaba comprender, pero que había terminado aceptando.
Se mantuvo en la posición en la que estaba, con los dedos entrelazados sobre la mesa y los ojos puestos en Cosmas, con expresión seria y olvidando por completo su comida pues ahora toda su atención la tenía él. Escuchó en silencio lo que le decía mientras su mente intentaba asimilar todos los hechos y detalles importantes, como la Orden del Fenix. Sólo por un instante siguió con la mirada el movimiento de la varita de Cosmas, que le dio a entender que lo que diría a continuación era algo importante y personal. La mención de Stella Moon le hizo buscar entre sus recuerdos para poder ponerle un rostro a ese nombre, y a pesar de que no se acordaba de ella con detalle, sí estaba segura de haberla visto alguna que otra vez en el ministerio.

No supo si lo que le contó sobre ella le sorprendió o no. Jane había sido testigo del desarrollo de la relación de Cosmas con su antigua mujer incluso antes de que hubiese sido oficial, y aunque en su momento había intentado convencerlo de que no era buena idea involucrarse con una antigua mortífaga, la historia había tenido un avance diferente al que ella había previsto. Sin embargo, esa clase de historias increíbles no se repetían dos veces, así que incluso antes de que Cosmas terminara de contar lo sucedido, Jane ya sospechaba que las cosas no debían haber salido bien con Stella. Trató de ignorar lo que dijo sobre Drake y Fiona, pues no pensaba de la misma forma que él pero tampoco quería empezar a defenderlos ahora.
Sabía que Lena había sido alguien importante para Cosmas, y ella misma había llegado a apreciarla bastante pese al poco contacto que habían tenido fuera de los asuntos de trabajo. Pero también sabía que no se podía salvar a todo el mundo, y que luego del nombre de Lena Milkovich, la lista de fallecidos durante los ataques del 19 de diciembre era larga. Bebió un buen trago de jugo pues la garganta se le había secado a medida que Cosmas continuaba hablando, y es que se estaba dando cuenta de que lo que realmente había ocurrido en Hogwarts durante y después de los ataques era aún peor que las ideas que ella misma se había planteado durante todas esas semanas en las que no había tenido noticias verídicas del colegio.

Cuando el ex-auror terminó de relatarle todo, Jane pasó la mirada desde los restos de comida que yacían en su plato, hacia el brazo mutilado de Cosmas y finalmente de vuelta a sus ojos. Su expresión, que hasta entonces se había mantenido inmutable, dejó entonces entrever una mezcla de sentimientos que ni ella misma podía describir, aunque pudo distinguir la lástima, la ira y la confusión. Separó sus manos y estiró una de ellas hacia el antebrazo de Cosmas, el que aún seguía intacto, apoyándolo sobre él y creando un suave agarre momentáneo.
-Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso -le dijo con sinceridad, pues aunque no podía imaginar la clase de infierno que le habría tocado vivir durante esos días, sí sabía lo que era sentirse traicionada y además perder a un miembro cercano de la familia. Volvió a alejar su mano y esta vez sus puños se cerraron con rabia, un sentimiento que usualmente se apoderaba de ella en situaciones como esa.
-Una razón más para volver a poner a esos malditos en su lugar -añadió desviando la mirada por un momento y dejando percibir en el tono de su voz el rencor que sentía hacia los mortífagos. Y aquel que quisiera convencerla de que la venganza no era justicia, podía tragarse sus palabras.

Ahora tenía una visión un poco más clara de lo que había estado ocurriendo, y agradecía que Cosmas hubiese confiado en ella y le hubiese contado todo, pero seguía teniendo algunas dudas que debía aclarar.
-Stella Moon -nombró a la mujer tras unos instantes de silencio en los que había digerido sus palabras-. Dices que le modificaste los recuerdos, ¿pero no hubiese sido mejor acabar con ella? -le observó entornando los ojos con interés. Jane sabía que Cosmas era bastante crítico en ese tipo de situaciones, que solía hacer lo que consideraba más seguro y que no tenía problemas en actuar con sangre fría.
Podría sacar sus propias conclusiones acerca de por qué el mago habría dejado con vida a una mortífaga que había incluso intentado asesinar al mismo Albus Dumbledore, pero prefería escuchar la verdadera razón de su propia boca. Nunca había dudado del juicio de Cosmas, y había presenciado con sus propios ojos que incluso cuando sus decisiones no parecían ser las más lógicas, solían ser impulsadas por un motivo astuto. En muchas de sus misiones ella misma se había sorprendido de que las cosas acabaran bien incluso cuando todo apuntaba a que no sería así, y consideraba que esa era una habilidad extremadamente util y que no todo el mundo poseía.

Sin embargo, también era cierto que durante los últimos meses se había distanciado bastante de su antiguo mentor. Cosmas había cambiado desde la muerte de Ella, y a Jane le había costado mucho aceptar su decisión de abandonar a los aurores; no sólo porque en el fondo se había hecho a la idea de poder seguir compartiendo su trabajo con alguien que le había enseñado algunas de las lecciones más importantes de su vida, sino también porque no terminaba de comprender esas razones que lo habían llevado a actuar de esa forma y desarrollar ese odio general hacia las personas que antes habían sido colegas suyos. Y luego, al enterarse de que se había entregado al alcohol, fue como si el pedestal en el que lo había puesto desde el día en que lo vio por primera vez hubiese empezado a romperse. A pesar de todo, Jane sabía que sería completamente injusto juzgar a Cosmas por lo que hubiese ocurrido en los últimos mese, habiendo compartido cosas mucho más importantes en los años anteriores.
-Entiendo que tu situación ha cambiado completamente, y que harás lo que consideres necesario para mantenerte con vida. Has dejado clara tu posición, y yo he dejado clara la mía -Jane era ahora una fugitiva y Cosmas fingía ser parte de los mortífagos jugando el papel más peligroso de su vida, y estaba claro que allí algo podía salir mal-. ¿Puedo contar contigo, a pesar de todo? -le preguntó finalmente. Quería creer que la respuesta sería afirmativa, era lo que esperaba, pero consideraba necesario preguntárselo directamente.
Jane L. Penderwick
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 12:09 pm

Las líneas entre sus cejas se marcaron de manera débil, pero inmediatamente Jane estiró su mano para tocarle, y es que el gesto de la rubia le ocasionaba sentimientos encontrados. Por un lado agradecía su apoyo, ya que era una de las únicas personas en las que podría confiar para entregar toda la información que había dado, pero a su vez, odiaba sentir ese sentimiento de ser objeto de lástima de alguna persona.

Incluso su brazo dio un pequeño saltito, un movimiento provocado por el simple impulso de alejarse de su tacto, pero al mismo tiempo entenderlo. No deseaba ser un indeseable para su discípula, una de las pocas personas a quienes realmente estimaba en el Mundo. No dijo nada, no dio ni las gracias, ni tampoco continuó mirándole a los ojos, sino que mantuvo la mirada puesta sobre la mano de la fémina, hasta que esta la retiró, y no fue sino hasta la mención de su ex-novia, que volvió a abrir la boca.

Ella salvó mi vidareconoció en voz alta, volviendo a mirarle a los ojos . Mientras me enfrentaba al resto de los mortífagos, eran varios, no pude mantener los ojos sobre todos y uno atacó de sorpresa con una maldición asesina directa hacia mi, pero ella le atacó antes que terminase de lanzar el hechizo. Albus me lo hizo notar cuando fui a acabar con ella, y si sabes de magia antigua, ya sabrás que ahí se crea un vínculo imposible de romper, al menos hasta que mi deuda esté pagadarespiró profundo por entre medio de sus dientes, haciendo que el mismo air sonara brevemente —. Ganas de matarla no me faltaron, ella fue la licántropo que mordió a Ella, la única de los tres que salió con vidaapretó los labios e hizo una pequeña pausa para volver a re-ordenar sus ideas —. Curiosamente, cuando me mentí en su cabeza para ver lo que sabía, y bueno…desvió la mirada admito que también para hacerla sufrir… desbloqueé accidentalmente una parte de su mente que antes había sido bloqueada por su madre, quien parece haber borrado y modificado muchos de sus recuerdos para convertirla en una verdadera asesina, pero… no era tan así. Ahí descubrí también que nos atacó estando bajo amenaza, que no deseaba hacerlo, pero ella no es capaz de recordarlo. Bueno, sí, a ratos; algo rompí al interior de su cabeza que ahora tiene momentos de lucidez en los recuerdo su pasado como realmente fue y pareciera tener otra personalidad, mientras que el resto del tiempo vuelve a ser la misma guarra de siempre, sin tener idea de nada. En otras palabras, he creado un monstruorió brevemente , pero espero que dicho monstruo me ayude en el desarrollo de mis nuevas tareas, después de todo tengo entendido que lamentablemente llegó a sentir algo por mi, y créeme, que después de todo lo que me hizo, no tengo ningún remordimiento de regresarle aquello del espionaje con la misma moneda.

Terminó entonces de beber su vaso de jugo de naranja, ya que tanto hablar se le había secado un poco la garganta y, por lo que aún tenían por delante, sabía que no sería una buena idea comenzar a beber.

No es simplemente por mantenerme con vidale interrumpió inmediatamente, pero no especificó más en lo absoluto y sólo se limitó a responder lo que ella le preguntaba . Siempre que estemos solos o delante de gente de mi confianza y eso se reduce a mi padre, Rhett y túle indicó con su dedo índice, aun cargando con el vaso de jugo en aquella mano . No dudaré en llevarte delante de los mortífagos si sigues dejándote ver sin tomar precaución alguna. El que avisa no es traidor.

Dio un último trago a su vaso antes dejarlo vacío sobre la mesa y mirarle nuevamente. No sabía con sumo detalle por las cosas que había pasado Jane, por lo que supuso que era hora de preguntar, aunque siendo honestos, sólo le interesaba que la chica siguiera estando con vida. Iorwerth Cosmas jamás se había caracterizado por su empatía.

¿Tienes un lugar seguro en donde quedarte?preguntó inmediatamente Estoy escondiendo a mi padre en la casa que compartía con Ella, sabes que está protegida bajo encantamiento Fidelio. Podrías quedarte ahí si lo deseas y comenzar a ser un poco de ayuda para la Orden del Fénixfrunció el ceño . Lo último que quería es que mi padre se metiera en este conflicto, pero ya lo hizo y creo que me sentiría un poco más tranquilo con alguien echándole un ojo encima.
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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 12:12 pm

Escuchó a Cosmas con interés, tratando de imaginarse lo que le relataba sin interrumpirlo. Sus cejas se alzaron en un gesto de asombro al enterarse de que Stella Moon había sido quien había mordido a Ella, y su sorpresa se debió en parte también a que jamás habría imaginado a Cosmas perdonándole la vida al responsable de la transformación de su esposa, que directa o indirectamente la había llevado también a su muerte. Aunque claro, tampoco habría imaginado jamás que él fuese a terminar involucrándose sentimentalmente precisamente con la responsable de aquel ataque. El destino podía ser absurdamente irónico a veces, y siempre cruel. A pesar de que aquello le extrañaba, también confiaba en que Cosmas sabía lo que hacía y que no sólo tendría buenas razones para haber tomado esa decisión, sino que además le sacaría el mejor provecho.
-Mmm... -musitó mientras trataba de asimilar la información, no del todo convencida.
-Los monstruos pueden ser peligrosos -fue lo único que dijo antes de torcer los labios; no creía necesario pedirle a Cosmas que tuviese cuidado, pues estaba segura de que él sabía a qué juego estaba jugando. Sólo esperaba que tuviese la situación controlada, al menos dentro de sus posibilidades. Después de todo lo que había escuchado, consideraba que mantener con vida a alguien como Stella podía ser un arma de doble filo, y probablemente ella misma hubiese tomado una decisión distinta de haberse encontrado en su lugar. Pero sabía también que debía haber mil detalles de por medio de los cuales jamás se enteraría, y que no le correspondía a ella juzgar esa historia.

Abrió la boca cuando Cosmas le dijo que la entregaría a los mortífagos si acaso no era precavida, pero terminó optando por no decir nada. Sabía que no estaba en posición de protestar, pues las circunstancias habían cambiado y ya nada era como antes. Si durante su entrenamiento como auror la había lanzado a la boca del lobo sin ningún miramiento, una y otra vez, no podía esperar que fuese diferente ahora que tendría un papel que cumplir frente a los mortífagos y tanto que perder. Había mucho en juego para ambos, y Jane estaba comprendiendo que tendría que ser el doble de cuidadosa de lo que había sido durante toda su vida. Terminó por asentir en silencio antes de llevarse el último bocado de omelette a la boca.
Se quedó con la comida a medio masticar cuando escuchó que el irlandés le ofrecía su propio hogar como refugio, como si de pronto le hubiesen entregado una invitación a un templo sagrado en una dimensión paralela. Las comisuras de sus labios se elevaron en una mueca que habría sido una verdadera sonrisa de no ser porque aún seguía masticando, pero cuando terminó de tragar la ilusión y el agradecimiento -mezclados con una pizca de admiración- podían verse en su rostro.
-Eso sería realmente genial. Gracias, de verdad -sonrió con elocuencia, pues aquello significaba mucho para ella-. Le echaré dos ojos, no te preocupes -bromeó refiriéndose a Antoline, pues si iban a correr el riesgo de tener a una fugitiva en casa, lo mínimo que podía hacer a cambio era velar por la seguridad del padre de Cosmas.

Aquello le hizo regresar sus ideas a la Orden del Fénix, pues ahora tenía nuevas preguntas sobre el tema.
-¿Cómo puedo encontrarme con los demás? ¿Tienen algún sitio de reunión o algo así? ¿Y Dumbledore se encuentra bien? -imaginaba que no le daría más información sobre el anciano de la que considerara necesaria, pero a ella le bastaba con saber que no estaba muerto ni gravemente herido; aquello también le traía nuevas esperanzas.
-Me gustaría hablar con él en algún momento, si es posible -le explicó después, pues si iba a enlistarse en aquella Orden quería hacerlo con las formalidades correspondientes, y eso, a su parecer, incluía presentarse oficialmente ante el mismísimo fundador de la agrupación.
Luego de que Cosmas respondiera sus preguntas cogió los vasos y los platos vacíos y se levantó para llevarlos a la cocina. Se había enterado de muchas cosas desde que había entrado en aquella tienda de campaña y sentía que su cerebro aún seguía procesando toda la información. Guardó silencio durante unos momentos, lanzándole un Fregotego a los trastes y viendo como la magia empezaba a hacer lo suyo.
-¿Cómo logras hacer todo esto? -preguntó finalmente, girándose hacia Cosmas. Al darse cuenta de lo vaga que había sonado su pregunta, se apresuró en añadir:
-¿Cómo consigues vivir ahora rodeado de la clase de gente a la cual perseguiste durante años? -le observó sin ningún tipo de recriminación en la mirada, pues no era ese el motivo de su cuestionamiento.

Quería saber cómo lograba eso que a ella se le antojaba imposible. Volvió a tomar asiento mientras los platos se lavaban, sabiendo que podría haberlo hecho todo con magia desde su sitio, pero ponerse de pie le había ayudado a ordenar sus ideas.
-¿Cómo puedes convivir con ellos y la rabia dentro de ti? -continuó suponiendo que era eso lo que sentía, sólo porque ella se sentía así-. ¿No los odias?
Le miró cuidadosamente, recordando cuántas veces en el pasado se había encontrado en una situación similar, preguntando cada duda que se le pasaba por la mente como la discípula que era. A pesar de que su entrenamiento había acabado hace tiempo, a veces sentía que algunas lecciones aún no las había aprendido.
-Me enfrenté a Benjamin Winslow en el ministerio -declaró finalmente, desviando la mirada hacia la entrada de la carpa-. Dijo cosas sobre mi hermano que... -frunció el ceño sin saber cómo continuar, pues durante la batalla todo había sido tan caótico que después incluso se había cuestionado a si misma si acaso había escuchado bien o si su mente le habría jugado una mala pasada durante el duelo, pero no, ahora estaba segura de lo que había oído. Eso, sin embargo, no quería decir que supiese qué significaba.

-Dio a entender que él había tenido algo que ver con su desaparición -continuó tras unos instantes, volviendo a mirar a Cosmas-. Que le había hecho daño, o incluso que lo había asesinado. No lo sé, no fue nada explícito... tampoco sé si hablaba en serio o si sólo estaba aprovechándose de mi punto débil. Ya sabes como son, utilizan cualquier información en tu contra -entrecerró los ojos-. Aún así, eso quiere decir que sabía algo. Y yo... -sus puños, apoyados sobre la mesa, volvieron a cerrarse-. Yo lo maté sin enterarme de nada más, porque no pude aguantar la rabia. Ahora me arrepiento -confesó con pesar-. No por su muerte, ese hijo de puta merecía algo mucho peor que eso, pero se llevó lo que sabía a la tumba y sé que yo podría haberlo hecho de una forma diferente.
Sabía que parte de su entrenamiento se había basado precisamente en no dejarse cegar por las emociones y los asuntos personales en un duelo, pero a Jane eso siempre le había costado. Desde su primer enfrentamiento con el mismo Cosmas, había descubierto que la ira y la frustración podían apoderarse de ella con extrema facilidad, y aunque le habían traído buenos resultados incluso en el mismo día del ataque, también la llevaban a actuar de manera impulsiva y cometer errores de los cuales podía arrepentirse después.

-No sé como lo logras tú, pero creo que yo jamás podría estar cerca de un mortífago sin sentir ganas de arrancarle la cabeza -concluyó volviendo a mirar hacia otro lado, pues sabía que todo aquello podía sonar infantil. Sin embargo, el tema de su hermano siempre había sido extremadamente delicado para ella, y luego de la traición de Riza su odio hacia los mortífagos parecía haber aumentado aún más.
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 12:16 pm

Lo sérespondió luego de que su discípula dijera que los monstruos eran peligrosos , pero estoy rodeado de monstruos ahora mismo y la adaptación al nuevo medio resulta fundamental.

Su presente era demasiado truculento, vivía prácticamente metido en uno de los centros de control más importante para el enemigo, en donde toda precaución siempre era poca, de hecho, estaba absolutamente convencido que una de sus prioridades en ese momento debía ser ejercitar lo más posible su Oclumancia, ejercitarla a un punto tal que pudiese camuflarla, que pudiese ocultar sólo cierta información determinada, para hacer creer al enemigo que podía divagar libremente por su cabeza, sin darse cuenta que estaba siendo bloqueado, y necesitaba hacerlo ya.

Y, hablando de atacar cabos sueltos, no necesitó meditarlo demasiado para acabar invitando a Jane a vivir en su casa, ya que ella y sus ahijados d la Orden, eran por decirlo de alguna manera, las únicas personas en las que confiaba al cien por ciento… Bueno… al noventa por ciento.

Muchas graciasle dijo por aquello de echarle los dos ojos a Antoline . Estoy seguro de que se harán muy buena compañía, mi padre es…desvió la mirada, como si estuviese a punto de decir algo de lo que quisiera desentenderse adorable.

Sonrió. Era lamentablemente cierto, toda persona que llegaba a conocer a sus padres se quedaba absolutamente enamorado de ellos, e inevitablemente comenzaba a preguntarse de donde diablos había salido él, con lo hosco que era.

Dumbledore se encuentra bien, en perfectas condiciones diría yo. Él, mi padre, Fiona y la Profesora Brandford están trabajando en una especie de refugio para todos los fugitivos. También podrías vivir ahí cuando esté listo. Sin embargo, no sé hasta cuando les dure el secreto cuando de un lugar comienza a saber más y más gente. Sigo creyendo que mi casa es el lugar más seguro que podrías encontrardejó el plato ya vacío de lado y apoyó el mentón sobre los dedos de su mano izquierda . Se realizará una reunión de urgencia en cuanto el nuevo sitio esté terminado y con todas las defensas altas, te haré saber cuando eso suceda y te enviaré a la reunión como mi espía personalsonrió . Sí, soy miembro de la Orden, pero estoy jugando a los dos bandos y creo que es demasiado arriesgado que me mantenga tan visiblemente activo. Prefiero que el resto de los miembros comience a creer que les he traicionado, así que si escuchas algo malo de mi, no me defiendas.

Asintió con la cabeza luego de que ella le dijo que deseaba hablar con Dumbledore en algún momento y le observó levantar los platos para llevárselos a la cocina y dejar que la magia comenzara a hacer su trabajo.

Le escuchó preguntarle cómo hacía para seguir viviendo e medio de toda la gente que durante toda su vida había perseguido y si acaso no ls odiaba por todo lo que le habían hecho, por lo que el ex-auror desvió la mirada ligeramente, antes de volver a posar sus ojos sobre ella.

Creo que… de bastante joven que aprendí a dejar de lado de las emociones a cambio de lograr mis objetivos. Con el tiempo eso te vuelve un insensible; lo sabes, lo has visto. Sé que en el Ministerio me llamaban “La máquina” y no era simplemente por ser tremendamente eficiente en trabajo y bueno con la varita, sino porque en verdad también parecía carecer de sentimientoshizo una breve pausa . Sin embargo, puedo decir, que sé que sí los tengo, sólo que, de cierto modo, logro sobrellevarlos de manera eficientesonrió . No odio a los mortífagos sólo porque sé que hacerlo sería contraproducente, pero aún así llegue a sentir el odio cuando asesinaron a mi madre delante de mis ojos y, por Merlín, no sabes cuanto disfruté de asesinarlos de la manera más cruda que me fue posible, porque sí, lo hice.

Escuchó entonces su relato respecto a lo vivido en el Ministerio de la Magia con el antiguo Ministro, aquel que había sido despedido precisamente por ineficiente, por lo que Iorwerth no pudo evitar sonreír al escuchar que también era mortífago y comenzar a sacar conclusiones, ya que si no lo habían re-instaurado era precisamente porque debía de ser patéticamente ineficiente.

Estaba blasfemando, sólo quería hacer dañoafirmó con seguridad y es que Iorwerth sabía perfectamente quien había acabado con la vida de Jack Penderwick . Piensa fríamentedijo acercándose a ella para mirarla a los ojos . Piensa como auror, eres mi discípulaentrecerró los ojos . Deja la rabia de lado y comienza a evaluarlo. Sabes que las palabras son armas demasiado poderosas, algo que los mortífagos adoran usar para debilitar, por lo mismo no dudarían en hacer el mayor daño posible y si él no supo ser claro, es porque no lo asesinó. Si hubiese sabido como ocurrió, lo habría descrito, habría usado esa información. Lo sabes.

Miró entonces al hora en un reloj de pared ubicado detrás de Jane y se dio la media vuelta para ir a por su bolso y sacar de él un cepillo de dientes y la crema dental.

Pronto nos debemos ir.

Se lavo los dientes y volvió a guardar el cepillo y la crema, para luego echarse el repelente para mosquitos por las piernas, el brazo derecho, el cuello y el rostro antes de mirar a Jane con expresión de resignación.

Necesito ayuda con el brazo izquierdo. Gracias.

Sonrió y esperó a que ella también estuviese lista, para salir ambos de la tienda y volver a guardar la tienda de campaña dentro de su bolso con encantamiento súper extensible. Tenderle el muñón para que se cogiera de su brazo, y ambos de desaparecer hasta Kisoro, en una de sus frondosas y extremadamente verdes laderas.
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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 12:18 pm

Su mirada se cargó con esperanza cuando Iorwerth le dijo que Dumbledore se encontraba bien. Hubiese mentido si dijera que no había dudado de aquello, pues en más de algún momento se había planteado la idea de que el anciano hubiese muerto o que simplemente decidiese abandonar la causa por la que otros habían luchado, tal como mencionaba el Profeta, incluso cuando aquella versión le parecía la más absurda de todas. Aunque no había tenido más trato con Albus del que cualquier alumno común y corriente podía recibir en Hogwarts, sabía que el antiguo director no era esa clase de persona.
-Sí, también lo creo -coincidió luego de que Cosmas mencionara que su casa era el sitio más seguro al que podía ir; sabía que el ex-auror siempre había sido extremadamente cuidadoso en las situaciones que requerían precaución, y considerando que la casa de su propia familia quedaba descartada como escondite, realmente no se le ocurría ningún otro lugar en el que pudiese estar mejor. Lo ocurrido con Riza también había contribuido a que tanto su desconfianza como su paranoia aumentaran, y como la situación del mundo mágico había cambiado drásticamente en las últimas semanas, tendría que tener mucho cuidado a la hora de tratar con otras personas, incluso con aquellos a quienes consideraba sus amigos.

Rió entre dientes cuando Iorwerth le dijo que sería su espía en la Orden; hubiese preferido que él mismo acudiera pues en su cabeza ya había empezado a imaginar que sería como en los viejos tiempos, cuando juntos habían resuelto varios casos luchando contra magos tenebrosos. Sin embargo, las cosas habían cambiado demasiado, y aunque aún fuese difícil aceptarlo, Jane entendía que todos los que se arriesgaban formando parte de la Orden tenían muchísimo que perder. En el caso de Cosmas, que debía convencer a los mortífagos de que actuaba únicamente para ellos, tenía sentido no querer exponerse más de lo necesario.
Cuando empezó a hablar de cómo lograba dejar sus emociones de lado intentó que sus palabras calaran tan dentro de ella como fuese posible. Era un tema importante para ella, así como delicado, pues, aunque había demostrado un buen rendimiento como auror, aquel seguía siendo su punto débil. Se había dejado llevar por sus impulsos y emociones desde el primer día de entrenamiento en el ministerio, y aunque en muchas ocasiones aquello le había traído buenos resultados, a veces se trataba más de suerte que de otra cosa, pensaba ella. Sabía también que las ocasiones en las que las cosas no salían tan bien, el arrepentimiento era grande.

Apartó la mirada por un momento, sintiéndose como una niña a la que le estaban enseñando una nueva lección, aunque en realidad había intentado cambiar su comportamiento muchas veces en el pasado. Por supuesto, era más fácil decirlo que hacerlo, pero intentaría seguir trabajando en eso. Volvió a mirar a Cosmas y asintió cuando le dio su opinión respecto a lo ocurrido con Ben Winslow, aunque ella no estaba del todo convencida aún. Y era eso mismo lo que le había llevado a pensar en buscar a la hija del mortífago para aclarar sus dudas, aunque eso no era algo que le comentaría a Cosmas. Al menos, no por el momento.
Cuando le anunció que pronto deberían partir, Jane se apartó para reordenar sus cosas y buscar ropa más apropiada para el resto de las horas que le quedaban en África. Sabía que pasaría mucho calor si no se ponía algo más fresco, pero seguía sin querer dejar ver las cicatrices de sus quemaduras, menos después del discurso que Cosmas le había dado acerca de pensar con la cabeza y no cometer errores estúpidos. Así que finalmente optó por ponerse, con un movimiento de la varita, unos shorts y una blusa blanca que eran lo suficientemente largos para cubrir cualquier marca y que de inmediato hicieron que se sintiera mucho más fresca y cómoda.

Luego volvió a acercarse a Iorwerth para ayudarle con el repelente y sólo entonces pudo ver de cerca el estado de su otro brazo, el que había sido mutilado, mientras aplicaba el líquido en el otro. Hasta entonces había intentado evitar mirarlo demasiado pues, aunque ese tipo de cosas llamaban la atención, sus padres siempre le habían dicho que era de mala educación observar fijamente a alguien con algún tipo de discapacidad.
-Nunca me había puesto a pensar en las limitaciones de tener una sola mano -dijo como un pensamiento en voz alta-. Debe ser difícil acostumbrarse -lo miró a los ojos por un momento antes de terminar de aplicarle el repelente y cuando terminó finalmente pudieron salir de la tienda de campaña para desarmarla.
Una vez más se transportaron a un sitio diferente, esta vez por medio de la aparición. Llegaron a su destino de una forma menos turbulenta que mediante el traslador, y al igual que antes, el calor y la humedad no tardaron en hacerse notar. Jane se cubrió del sol con una mano para apreciar mejor el paisaje, diferente a donde habían estado momentos antes pero aun así completamente nuevo para ella.
-Dijiste Kisoro, ¿verdad? -se giró para mirarle-. ¿A qué hemos venido exactamente? -Cosmas había dicho algo sobre unos amigos, pero aquella información era demasiado vaga como para deducir alguna cosa.
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 12:23 pm

Dejo que Jane le aplicase el repelente en el brazo izquierdo, aún se sentía extraño no poder hacer todo de manera independiente y es que para una persona como él, tan orgullosa de si mismo, sus capacidades y logros, verse de pronto limitado para cosas tan mundanas, era realmente un enorme golpe al orgullo. Por eso mismo es que respiró profundo y mantuvo la vista fija al frente mientras sentía el roce de las muchacha esparciéndose por todo su brazo, incluso los dedos, lo cual le hizo sonreír.

Lo esrespondió cuando ella dijo que debía ser difícil acostumbrarse a tener una sola mano . Y eso que soy zurdo… ¿recuerdas?

Aquella pregunta la arrojó con una sonrisa un poco presuntuosa, y que es Jane se había enterado de que Iorwerth era zurdo precisamente el día que le conoció, cuando él le hubo atacado con su mano derecha durante todo el duelo que le dejó a muy mal traer, antes de confesárselo.

Una vez listos, ambos salieron de regreso al exterior y el ex-auror volvió a guardar la tienda de campaña, antes de desaparecerse junto con su discípula hacia el nuevo paisaje que ofrecía los alrededores de Kisoro. Aquel lugar seguía tal y como lo recordaba de la última vez que había estado ahí, igual de verde, igual de frondoso y con sus laderas tan característicamente cultivadas.

Sí, este es Kisorocorroboró . Hemos venido precisamente a recuperar mi brazo derechorespondió y comenzó a caminar descendiendo la ladera en la que habían parecido . Existe magia muy antigua que permite recuperar extremidades pérdidas, reemplazándolas por una plata, con la dureza y frialdad del metal, pero tan móvil como si fuese tu propio brazo. Sin embargo, siempre hay una trampa. La extremidad acaba guardando una lealtad inquebrantable al mago que la creó y por eso he venido precisamente aquí y no he dejado que Dumbledore me la reemplace, ya que si estoy jugando a ambos bandos lo que menos necesito es que una mano me traicione en medio de una batallase detuvo por un momento y miró de frente a Jane . Hay algo que quiero que entiendas, Dumbledore no me habría dejado de espía y protector de Hogwarts si no supiera que soy capaz de llegar hasta las últimas circunstancias para llevar a cabo esta misión. Ya te lo dije, Jane, puedes confiar en mi siempre y cuando estemos solos o delante de gente de mi confianza.

Realizó su última advertencia, mirándole directamente a los ojos, con una intensidad que —a pesar de que ya lo dejaba claro su carácter— aseguraba que no estaba bromeando. Iorwerth sería capaz de traicionar incluso a la misma Jane (y cualquiera de sus seres amados y eso significaba también traicionarse a sí mismo) si acaso se veía en la obligación de proteger su careta y, por sobre todo, su misión.

Comenzaban ya a acercarse a la ciudad, cuando se encontraron con las características mujeres que cargaban todo cuanto podían en su cabeza, algo que a Iorwerth resultaba llamativo, aunque tanto como ellos a ellas, por lo que no dejaban de mirarles y murmurar a sus espaldas. Para cuando ya estaban en las calles mismas del pueblo, ya tenían un séquito de niños (y otros no tan niños) siguiéndoles los pasos y acercándose en uno que otro momento a tocarles la piel, el cabello e incluso el brazo mutilado de Iorwerth, el cual el mago retrajo con un poco de recelo. El ex-auror incluso había sonreído y se había agachado en un momento para que unos niños tocasen su cabello que con el Sol de Africa se veía mucho más cobrizo que lo de costumbre. Sin embargo, dejó de sonreír en cuanto se metieron con su brazo amputado y es que eso ya le incomodó, por lo que comenzó a apresurar el paso. Caminaron dos, tres calles, para luego girar una esquina y caminar otras tres más hasta detenerse en una casa que, a simple vista, parecía no tener nada de especial.

Iorwerth miró a la puerta y estiró su mano para coger el pomo, más no lo tocó, simplemente pareció dudar y detenerse en el acto, antes de bajar la mano y, una vez más, quedarse mirando fijamente a la puerta. Así se mantuvo, al menos por unos veinte segundos, hasta que el mago sonrió y dos segundos después, la puerta se abrió. Detrás de ella, se encontraba un hombre mayor acompañado de un extraño sombrero, quien se detuvo a mirar a Iorwerth, y éste a él, antes de que ambos soltasen una carcajada y se abrasasen como si se hubiesen estado comunicando de algún modo no verbal.

El mayor, también saludó a Jane, aunque de una manera bastante peculiar, pues no le abrazó, ni le tendió la mano. Lo que hizo fue agarrarle la cabeza e inmediatamente Jane vio una imagen de un niño pequeño que parecía crecer a la velocidad de la luz hasta convertirse en el hombre que tenía en frente.

Soy Kar dijo entonces, con una cordial sonrisa . Pasen, pasen.

Les invitó a entrar a su humilde pero mágico hogar, cuadros de animales salvajes que gruñían y les escudriñaban a su paso, el aroma y sonido cercano de un caldero borboteante y extraños ruiditos de objetos aún más curiosos que revoloteaban por aquí y por allá.

Entonces… esta es la discípulacomentó el mago, mirando a Jane . Iorwerth me habló mucho de ti.

Sonrió el mayor, mientras el ex-auror desviaba la mirada con un dejo de incomodidad, lo que hizo que Kar posara sus ojos sobre el irlandés y de pronto éste le dedicara una mirada asesina, haciendo reír al africano.

Sabía que vendrías, Iorwerthdijo de pronto una cuarta voz.

Y otra bruja de avanzada edad y mirada nebulosa, apareció por la puerta del pasillo, para ir a sentarse junto a ellos, aunque con los ojos fijos en el horizonte, pero —aún a pesar de ser ciega— supo a donde dirigir su mano para saludar a Iorwerth y luego a Jane.

Mucho gusto en conocerte Janedijo a la chica, sin que nadie le dijera su nombre . Creo que pronto encontrarás tu camino, no te sientas perdida.
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