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Iorwerth Alexander Cosmas
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Iorwerth Alexander Cosmas
Iorwerth Cosmas
01-01-1981 (36 años) Irlandés Humano | Traidores Jefe de la Oficina de Aurores Heterosexual |
Descripción Psicológica
Iorwerth en su niñez y parte de su juventud, solía ser una persona más alegre y cálida de lo que es ahora, extremadamente risueño y tanto que podía decirse que no bastaba con describirle con una sonrisa siempre en su boca, sino una carcajada. Eso duró aproximadamente hasta los diecisiete años de edad.
De origen humilde, siempre se esforzó por ser un mago brillante y sobresaliente, pues creció con la presión de que sus padres estaban dando todo por darle a él un futuro mejor. Estas mismas ganas de cumplir el sueño de sus padres fue alimentando su ambición, por lo que desde muy temprana edad soñó con volar alto en alas propias para convertirse en un gran Auror y algún día ascender a Jefe de Departamento e incluso tener su propio cromo de las ranas de chocolate.
Hoy en día es mucho más serio y hosco de lo que fue en un principio. No ha dejado de reír por completo, pero verle hacerlo ya es una gran noticia. Ha pasado a adoptar un humor mucho más oscuro, sarcástico y contestador. En otras palabras, se ha vuelto un cabrón al que poco parece importarle la gente.
Siempre ha creído que el fin justifica los medios y que los débiles de carácter están destinados a ser pisoteados, por lo que si debe pasar por encima de alguien lo hará, aún cuando luego le de a esta persona un sacudón para que abra los ojos y reaccione.
Es un hombre derecho, de creencias firmes. Si acaso llega a seguir a una masa es porque sabe que aquella masa le traerá buenos frutos. Es sumamente astuto y muy observador, dueño de un temple admirable, hace muy difícil de creer que haya estado apunto de caer en las garras del alcoholismo.
Podría también declarársele como defensor de los débiles —sí, aunque parezca que no le importa el resto— porque en el fondo sigue conservando sus mismos valores, sólo que finge olvidarlos y ser una bravucón de primera porque de ese modo vivir duele menos.
En cuanto a lo académico, no tiene problema para hechizar a sus propios discípulos (aún cuando le hayan advertido que esos no eran los métodos utilizados en Ministerio, pues él pretende olvidarlo), ponerlos en ridículo o simplemente alzarles la voz, considerándose un mentor de temer.
Historia
- Capítulo 1.- Hatching:
- Era una noche de invierno en la ciudad de Killarney, el primer día del año 1981, apenas habían pasado unos segundos desde la media noche en donde todos se abrazaban y felicitaban por el nuevo año, mientras que la casa de los Cosmas se llenaba de gritos, para pronto silenciarse con el llanto de un bebe recién nacido. Fue precisamente el primer bebé nacido de ese año en todo el país y tanto él, como sus padres, aparecieron en la prensa local durante ese día. Hijo de una bruja sangre limpia y un mago hijo de muggles, jamás tuvo ningún odio o rencor hacia los muggles o hacia los puristas; sus abuelos paternos lo adoraban y también toda la parentela por parte de su padre. Sin embargo, no podía decir lo mismo por parte de la familia de la madre, la cual tenía tendencias puristas por lo que Felicia huyó de casa para casarse con Antoline y jamás regresó. Iorwerth, por tanto, jamás conoció a sus abuelos maternos.
Tuvo su primer estallido mágico a muy temprana edad, mientras su madre le daba de comer en su sillita, con toda su familia expectante a su alrededor, pues aquella sería su primera comida en donde usaría sus diminutos dientecitos. Pero aquella comida tenía guisantes y el pequeño Iorwerth se rehusó a comerla, la mamá insistió y el infante hizo estallar el plato con comida, haciendo que los guisantes salieran disparados por toda la habitación y sus habitantes. ¡Odia los guisantes!
Su niñez se desarrolló tan normalmente como la niñez de la mayoría de los mestizos, conociendo tanto de la vida muggle, como de la mágica, siendo ambos mundos uno sólo para él. De pequeño ayudó a sus padres en el negocio familiar de pociones e ingredientes, aún cuando éste jamás fue lo suficientemente rentable, por lo que puede decirse que sus orígenes fueron bastante humildes y siempre vivieron con lo justo y un poco menos. Eso le enseñó a disfrutar de las cosas pequeñas e incluso valorar aún más a sus padres, podría incluso decirse que aprendió de humildad, aun cuando la escasez le hizo ambicionar ser todo lo que sus padres querían para él y más.
Fue ese mismo deseo de ser más y mejor, lo que le hizo llevar la determinación en su cabeza por convertirse en un Gryffindor, en lugar de un Slytherin —casa a la que por personalidad debiese haber pertenecido—. Llegó precisamente para el año en la que la Cámara de los Secretos volvía a hacer abierta, por lo que desde un inicio se acostumbró al misterio y a pisar por el Castillo con pies de plomo. Inmediatamente se hizo de conocidos, pero no fue sino hasta que los de primer año se subieron a las barcazas que un novato hiperquinético se paró de golpe al ver las luces de Hogwarts e hizo voltear el bote en donde sus cuatro ocupantes cayeron al Lago Negro. Fue ese el inicio de varias risotadas y bromas, de las que encontró compañía en un muchacho de su edad llamado Rhett Poulsen. Ambos fueron seleccionados para la casa de los leones y de entonces se hicieron muy buenos amigos.
Hizo las pruebas para golpeador de su equipo de Quidditch en segundo curso, mas ese año participó sólo de suplente y al siguiente no hubo Quidditch debido al Torneo de los Tres Magos, así que no logró participar activamente sino hasta su cuarto curso, en donde demostró sus avanzados dotes sobre la escoba y rápidamente se ganó una buena reputación como jugador, por lo que prometía un muy buen futuro volando profesionalmente, pero lo suyo era la magia y desde muy temprana edad que destacó no sólo en los hechizos de defensa, sino también en los de ataque, en las Pociones, Transformaciones, Herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas. Era un alumno brillante en casi todas las materias, excepto por Adivinación, Astronomía y Aritmancia, sus temidas triple A (hasta el día de hoy, le desagrada ver AAA escrito en las baterías muggles).
- Capítulo 2.- Hakuna Matata:
- Su mismas ganas de auto superación y aquella creciente presión de sus padres en que se convirtiera en lo que ellos no pudieron ser, hizo que desde su tercer curso comenzase a hablar con diversos profesores de materias que le interesaran para pedirles ayudas con contactos que le ayudasen a realizar pequeños trabajos o cursos de verano en diferentes lugares del Mundo. De esta misma situación es que surgió ante él la inquietud de realizar un año de intercambio como alumno de Uagadou para su quinto curso.
Iorwerth llegó a Africa en pleno apogeo de los Backstreet Boys, y confiaba en que si se sabía alguna de las coreografías, al menos podría contar con la simpatía de algunas chicas, pero aquello no fue así, y el novato tuvo que enfrentarse a un público más difícil del que creía. Por primera vez en su vida, el irlandés conocería lo que era el bullying.
Mentiría si dijera que no estaba nervioso en su primer día de clases en esa nueva escuela. Sabía que los alumnos de Uagadou estaban más adelantados en algunas materias y retrasados en otras, por lo que tendría que estudiar con mayor esmero para ambos casos, ya que debía nivelarse con sus nuevos compañeros y además no permitirse retrasarse para su regreso a Hogwarts el año siguiente. Eso ya lo ponía un poco bajo presión antes de iniciadas las clases, pero cuando llegó a ellas y se dio cuenta que todos le miraban como bicho raro, fue aún peor.
*****
El Director había esquematizado para él una especie de mapa, aunque con tan poco detalle que no le costó mucho trabajo perderse en aquella especie de montaña flotante que conformaba los terrenos de su nueva escuela, así que a regañadientes tuvo que acercarse a uno de esos grupos de alumnos que le miraban como si fuera una especie de zombie recién transformado o si hubiese olvidado de sus pantalones. Mas no alcanzó a acercarse a ellos cuando las piernas se le enredaron y cayó de bruces al suelo. Las carcajadas no tardaron en estallar y es que parecía que todos estaban esperando a que se cayera. Iorwerth se puso rápidamente de pie y se sacudió las rodillas, mientras reía de si mismo, para luego intentar acercarse una vez más. Entonces uno de ellos levantó la mano como si quisiera saludarle, el irlandés fue a responder y ¡cataplum! otra vez directo al suelo.
Las carcajadas sonaron aún más estridentes y el castaño-pelirrojo frunció el ceño sin entender lo que estaba pasando. Jamás en su vida se había caído dos veces seguidas de aquella manera, por lo que esta vez ya no pudo reírse de su propia desgracia. Alzó la mirada para observar a sus nuevos compañeros y, una vez más, se puso de pie. La historia volvió a repetirse; el mismo muchacho alzó la mano para saludarle, el Cosmas iba a responder y ¡Paft! Traga tierra.
Fue en ese momento que se convenció de que alguien le estaba maldiciendo y comenzaba a sospechar que se trataba de aquel chico, pero ¿Cómo? No tenía la varita en la mano ¿Cómo demonios podría hacerlo?
Iorwerth escupió la tierra de su boca y se puso de pie al mismo tiempo que se llevó la mano izquierda (es zurdo, a pesar de los numerosos intentos de sus padres por hacerlo diestro) a la varita y la desenfundó rápidamente para protegerse con un ‹‹Protego›› no verbal en cuanto el muchacho alzó su mano y, curiosamente, ésta vez no se cayó. No podía ser coincidencia, mucho menos cuando el rostro de desilusión de los otros delataba a su contrincante. El Hogwartino sonrió satisfecho y, sin dudarlo un momento, atacó de vuelta, con la intención de regresarle un poco de magia a aquel muchacho, pero éste fue más rápido y una vez más le hizo comer el polvo ¡Y el desgraciado no usaba varita!
Iorwerth se paró enfurecido, pero entonces todo el grupo alzó la mano y el irlandés se detuvo horrorizado. Entonces uno de ellos habló en una lengua extraña que para él no se entendió más que un “Aguanero lero lero” y todos volvieron a estallar a carcajadas.
—Pensé que en África la lengua oficial era el inglés —gruñó Cosmas aún con la varita en alto.
—Lo es —respondió un muchacho del otro lado —, pero no la hablaran delante de “un turista retrasado” —señaló marcando las comillas —. Lo eres cuando sólo sabes defenderte a través de la varita.
—Entonces… ¿Es cierto? ¿Ustedes pueden hacer magia sin la varita?
—Sólo algunos hechizos, tampoco es un talento de todos, a unos se les da más fácil que a otros, aunque muchos aseguran que es cosa de práctica.
—Pero ¿cómo?
—Mira… no soy tu amigo ¿Okay? Sólo te estoy ayudando porque soy Prefecto, así que dime a donde tienes que ir y si quieres seguir acribillando a alguien con tus dudas de novato, escríbele a tu tutor.
*****
No fue un año fácil y varias veces sintió ganas de mandar todo a la mierda y regresar a Hogwarts, pero su infinito orgullo no le permitía aceptar una derrota sin haber dado todo de sí primero. Le costó encontrar un área en donde pudiese demostrarle a todos que no era realmente el estúpido que creían. Fue en el Club de Duelos donde, a pesar de no poder hacer magia sin la varita, demostró que Hogwarts estaba mucho más avanzado que Uagadou en aquel tema, el cual precisamente era su favorito, por lo que además tenía una mayor ventaja.
—Puedo enseñarte a pelear si tú me ayudas a nivelarme en eso de la magia sin varita —dijo Iorwerth a uno de sus primeros seguidores.
La animagia también era otro de los fuertes de Uagadou, pero en esos momentos no estaba dentro de los intereses del irlandés y sabía que con sólo meses por delante, si mucho abarcaba, poco apretaría, por lo que ni siquiera se le pasó por la cabeza el convertirse en un animal más salvaje de lo que ya era.
Así acabó teniendo no sólo uno, sino varios alumnos a quienes entrenó en duelo, mientras éstos intentaban hacerle liberar su magia, ya que para ellos la magia sin varita era más bien algo místico y bastante espiritual, algo que alcanzaría sólo si lograba una conexión con su propia alma salvaje, su totem interior, su núcleo personal. Fue algo que, para su sorpresa, contenía bastante de meditación, practica y disciplina.
No fue sino hasta final de su año escolar, cuando logró sacar su primer hechizo bien ejecutado de magia sin varita, por el cual todos sus compañeros se detuvieron en lo que estaban haciendo y le quedaron mirando boquiabiertos, antes de abalanzarse sobre él para darle de palmetazos sobre la cabeza a modo de celebración. El retardado finalmente no era TAN retardado.
Fue entonces que se tomó el aprendizaje de la magia sin varita como un reto personal y algo muy suyo, ya que al ser sólo un aficionado en el área, sentía vergüenza de mostrarlo en publico, por lo que el ocultarlo partió como una muestra de orgullo y continuó después como una carta de supervivencia que prefería dejarse bajo la manga, por lo que hasta el día de hoy es uno de sus más grandes secretos y sólo la practica cuando está a solas.
- Capítulo 3.- Highway to hell:
- Eran sus últimos días en Uagadou cuando se enteró de la muerte de Dumbledore a través de una carta de sus padres y por un momento pensó que aquello significaba que no podría volver, por lo que acudió al Director de Uagadou para que éste se contactase con quien fuese necesario para asegurar su regreso.
Aquellas vacaciones tuvieron un gusto extraño y por primera vez, desde su tercer curso, que no buscó trabajar durante el verano y es que ya no sólo el Ministerio había reconocido que Voldemort había vuelto, sino que además Dumbledore había sido asesinado, Fudge destituido y antes de acabado el verano, Scrimgeur (el nuevo Ministro de la Magia) también había acabado muerto. Las cosas se estaban volviendo oscuras y muchos de sus compañeros de Hogwarts decidieron no regresar al Castillo durante ese año, pero él —asustado de perjudicar su desarrollo profesional— convenció a sus padres de que debía de acudir de todos modos.
Hogwarts ya no estaba bajo la dirección de Minerva McGonagall, sino del mismo Severus Snape, a quien los rumores le apuntaban como el asesino del anterior Director. Todo sonaba a conspiración, especialmente cuando los nuevos profesores de Artes Oscuras les obligaban a practicar con alumnos de primer año, algo que para Iorwerth no se sentía para nada correcto, pero sabía que debía hacer o aquello podría poner en la mira su apellido, el que hasta ese momento había pasado desapercibido. Su padre, Antoline Cosmas, era hijo de muggles y por tanto estaba siendo buscado por el Ministerio para ser enviado a Azkaban.
Desde ese momento comenzó a sentir la presión sobre sí; amaba a su padre, pero simplemente no soportaba vivir con miedo diario de saber si le encontrarían o no, por lo que poco a poco comenzó crear una especie de burbuja alrededor de sí, una que parecía que nada le importaba, cuando en realidad sufría en silencio. Así fue uno de los primeros —ajenos a la casa de Slytherin— en atacar a los alumnos de primero cuando el profesor lo pidió, más lo hizo de manera inteligente y utilizó hechizos no verbales que les sacaban rápidamente de combate, sin provocar mayor daño, más aún así se ganó el odio de más de alguno de los pequeños.
Ya casi al final del curso, de manera inesperada, se desató la Batalla de Hogwarts e Iorwerth no dudó en hacerse partícipe de ella, pues con su propio padre sangre sucia, tenía un verdadero motivo por el cual luchar. El irlandés hasta entonces había sido partícipe de muchos duelos, pero ninguna batalla real en la que supiera que debía de defender su propia vida y que cualquier error le valdría la muerte. Vio morir a muchas personas, más no se permitió desesperar hasta cuando ya todo hubo pasado, la paz se hubo proclamado y por fin pudo volver a tener noticias de su padre.
Las celebraciones de ese verano fueron en grande, muchos de los jóvenes sobrevivientes se entregaron a la locura desenfrenada; drogas, alcohol, sexo. No hubo nada que Iorwerth no probara, ya con su mayoría de edad y el examen de aparición recién rendido, se enrolló con la chica equivocada y ésta acabó embarazada de él aún a pesar de ser mayor que él y estar comprometida con otro hombre. El irlandés, aterrado de aquel embarazo significase el fin de su futuro profesional y por tanto la peor pesadilla de sus padres hecha realidad, decide darle la espalda a la chica y hacerse completamente el desentendido, rehuyendo de sus responsabilidades, por lo que regresa a Hogwarts con un secreto más a cuestas, más no era el único que regresaba con secretos.
Rhett Poulsen, su mejor amigo, había sido atacado por un licántropo durante las vacaciones y por tanto había sido contagiado de la maldición. Iorwerth no tarda en descubrirlo y Rhett decide no ocultar la verdad, por lo que el irlandés le entrega su apoyo y ruega a sus padres —ambos pocionistas— por ayuda para enviar a su amigo sus dosis mensuales de Poción Matalobos. Desde momento se educa un poco más respecto a los licántropos, sin pensar que algún día volvería a necesitar de aquellos conocimientos.
- Capítulo 4.- The Apprentice:
- Sus EXTASIS resultaron un éxito, entre comillas, pues lo fueron al menos aquellos que necesitaba para convertirse en Auror, ya que en sus “Triple A” no tuvo la misma suerte. Hogwats había terminado y su hijo había nacido, lo supo a través de una misma carta que él mismo quemó luego de haberla leído, pues no permitiría que nada aguase su futuro y el sueño de sus padres. Así, hizo ingreso a la Academia de Aurores en donde se hizo rápidamente conocido por su temple y dedicación, y es que Iorwerth se dedicó a la Academia a tiempo completo ya que al haber arriesgado su futuro de esa manera, le había hecho quedarse sin ganas de fiestas, ni de mujeres. Sólo quería dedicarse a su profesión y así lo hizo por varios años, comenzando a ganarse una buena fama de amargado, mas como era bueno en lo que hacía y además lo sabía, lo transformaba también en un cabrón de mierda.
Se levantaba muy temprano, desayunaba rápidamente y corría por media hora antes de volver a ducharse y dirigirse al Ministerio de la Magia en donde llegaba a sentarse a las primera filas de su clase y utilizaba los descansos para ir a ejercitarse en duelos mágicos al gimnasio de entrenamiento mágico. Su mentor no dudó en comenzar a entregarle mayor libertad en sus misiones, hasta que ambos fueron más colegas que maestro y aprendiz, aunque nunca realmente amigos, ya que el carácter de Cosmas no lo hacía una persona demasiado fácil de llevar.
Poco a poco, comenzó a ganarse el apodo de “La máquina” y es que el chico parecía no tener vida social, empatía o descanso alguno. Eso lo hizo egresar con honores, aunque sin ningún amigo que le invitase a celebrar, más pareció no notarlo siquiera, pues él sólo soñaba con regresar a Irlanda y mostrarle el diploma a sus padres para poder decir “Lo hice”.
Fue durante sus primeras clases que conoció el Arte de la Oclumancia y su importante utilidad, fue también en clases en donde aprendió que las normas básicas para lograr dominarla consistían en una gran capacidad de autocontrol y manejo de sus emociones, algo que por la vida misma, venía practicando ya de hacía un buen tiempo, por lo que supuso que probablemente no se le haría tan difícil aprender, y es por eso que durante sus vacaciones de verano (cuando no estaba resolviendo algún caso con su mentor), buscó más información en el tema y acabó por contratar los servicios de un Oclumante, para que le ayudase a entender mejor lo que debía de hacer y poner en practica sus conocimientos. Sin embargo, no fue hasta la muerte de su mentor que se lo tomó verdaderamente en serio.
*****
Llovía intensamente y las calles de Londres prácticamente se habían quedado desiertas. A lo lejos se escuchaba el sonido de los automóviles pasar de vez en cuando por la calle principal, sonido que pronto se vio acompañado por el chapoteo enfurecido de alguien que corría a gran velocidad y otro más que le seguía de cerca, ambos provenientes de la calle principal.
—No…
Murmuró el joven Cosmas y se detuvo para empuñar su varita, pues ya sin muggles alrededor aquel hombre desaparecería en cualquier momento, por eso lo primero que hizo, antes de arriesgarse a que el mago le esquivara, fue lanzar un hechizo antiaparición al terreno, justo a tiempo para evitar la huida. Entonces iba a atacar de nuevo, cuando unas gruesas correas le amarraron los brazos al tronco y lo arrojaron al suelo.
Iorwerth cayó de bruces, y como pudo giró la cara para ver a su atacante. Tal parecía que otro mago les había estado esperando y él, ilusamente, acababa de caer en una trampa ¡¿Cómo podía ser tan estúpido?! Él sabía que era más inteligente que eso.
—¿Quién es este? ¿Dónde está el anciano? —preguntó el recién llegado.
—No lo sé, este es su aprendiz —respondió el perseguido, recobrando el aliento.
Entonces el que había preguntado pateó a Iorwerth con la fuerza necesaria para hacerlo girar y que quedase de cara a él.
—¿Dónde está tu mentor, niño bonito? Dime y te dejaremos vivir —agregó poniendo uno de sus pies sobre la mejilla del irlandés.
Iorweth se quedó silencio, sin embargo su mirada estaba cargada de odio, odio contra aquel hombre y también contra sí mismo por haber sido tan estúpido. No podía ni siquiera mover sus manos, por lo que conjurar le resultaba tremendamente difícil ¿Qué demonios podía hacer?
—No quieres hablar ¿uh? —dijo el mago arrodillándose a su lado —Te torturaría hasta que hablaras, pero a decir verdad no tengo tiempo para perder con novatillos.
Le hablaba tan de cerca que el irlandés era capaz de sentir su aliento putrefacto sobre su rostro, aquello era asqueroso. Pero nada le preparó para que el hombre le sujetara del rostro y le obligase a mirarle a los ojos de aquella manera tan insistente.
—¿Dónde está?
Mas Iorwerth volvió a guardar silencio, pero fue entonces que le pareció sentir algo en su cabeza y supo entonces que, por primera vez en su vida, estaba enfrentándose a un Legeremante. El aprendiz de auror desvió la mirada y se concentró en vaciar su mente de pensamientos, dejarla absolutamente en blanco, pero como aún le costaba un poco difícil, optó por ponerse a analizar el clima y mal aliento de aquel desgraciado.
—¡Estúpido! —gritó el mago, al tiempo que le golpeaba en el rostro, rompiéndole la nariz —¡Legeremens!
Y entonces no hubo clima de mierda, ni aliento de perro muerto que le salvara. El hombre pudo entrar a su cabeza como si esta fuese un libro abierto y no hubo nada que Iorwerth pudiese ocultar a él.
—Gracias —sonrió el hombre y se puso de pie.
Iorwerth le miró con una mezcla de expectación, miedo y rabia. Esperaba que el hombre le soltara o le asesinara, pero ninguna de aquellas dos alternativas ocurrió y ambos magos tenebrosos se alejaron caminando con calma, mientras el irlandés intentaba soltarse, mas no pudo hacerlo hasta poco después de que ambos se alejaran lo suficiente para desaparecer.
El ex-Gryffindor se revolvió entre las cuerdas que le apresaban, hasta que éstas finalmente aflojaron y se puso de pie, aún con la varita en mano, para correr la distancia necesaria y desaparecer también, sabiendo perfectamente a donde irían, sin embargo llegó demasiado tarde. No supo como había pasado, si acaso había logrado defenderse o si le habían pillado de sorpresa, pero el cuerpo de su mentor yacía sin vida en la entrada del patio de su casa.
*****
Por aquel tiempo dejó incluso de correr en las mañanas para ejercitarse en dominar su propia mente, hasta que creyó estar ya lo suficientemente preparado como para avanzar al siguiente nivel y poder ejercitarse con un Legeranmente. Le llevó un buen tiempo encontrar uno que no le conociera y le hiciera sentir seguro de que verdaderamente no se lo volvería a encontrar en su vida y es que Iorwerth ya tenía un par de secretos a cuestas que esconder y no estaba dispuesto a dejarse leer por cualquiera.
Ahora, si alguien cree que alguna vez se sintió culpable por la muerte de su mentor, está muy equivocado. Él sabe perfectamente que lo suyo fue un error, pero un anciano descuidado también es otro error; él —por fortuna— tiene la opción de prepararse para una siguiente una vez, el anciano no, y eso significa que el error más grande no fue precisamente suyo. Iorwerth es una persona demasiado metódica como para sentirse culpable con tanta facilidad.
- Capítulo 5.- Women:
- —¡Concéntrate! —le ordenó la mujer.
Iorwerth le miró directamente a los ojos de manera intensa, era casi como si su alma quisiese salir de su cuerpo de un momento a otro para gritarse que se mantuviese alejada de su mente. Habían estado ejercitando aquello de hacía varios meses, todo iba a perfecto hasta que ella mencionaba aquel maldito “Legeremens” y aún cuando con el tiempo había logrado resistirla, siempre llegaban a un momento en que sus defensas se rompían. Ella ya lo sabía todo, su hijo no reconocido, su habilidad de hacer magia sin varita, su pasión por Star Wars, su odio por los guisantes e incluso el desprecio que ella le provocaba por meterse en su vida de esa manera.
—Me odias, lo sé.
Sonrió ella de manera presumida e Iorwerth se puso de pie, tomando una pausa sin permiso par caminar hasta la nevera y empinarse una cerveza. La odiaba, no podía negarlo, pero la necesitaba y por eso aún más le odiaba. Prácticamente no le dirigía la palabra, pues ella siempre sabía lo que estaba pensando de todos modos.
Dio un largo trago y resopló con fiereza antes de volver a sentarse frente a la mujer.
—Legeremens —repitió ella.
Concentración… Enfoque… Práctica… Paz… Nada…
—¡Legeremens! —volvió a repetir, esta vez profundizando su voz y mirándole de cerca.
Iorwerth le mantuvo la mirada y ella se acercó aún más, se la estaba poniendo difícil, lo sabía y le encantaría poder disfrutarlo, pero dejarse llevar por sus emociones era el primer paso para perder la concentración, el enfoque, la práctica, su nube de paz mental, su cabeza llena de nada.
—Legeremens…
Sus ojos… su cercanía… su mirada… De pronto no necesitaba ser un legeremante para saber lo que estaba pensando.
—Buen trabajo.
Sonrió ella e Iorwerth por fin se permitió relajarse, mas ella entrelazó sus manos por detrás de su cuello y entonces el ya Auror le regresó la sonrisa y cautelosamente sacó su varita. La bruja era sumamente guapa, sería un mentiroso si dijera que nunca había fantaseado con ella y ella —la maldita— lo sabía.
—Obliviate —dijo de pronto, hechizándole por la espalda.
Entonces se alejó de ella y mientras la mujer aún tenía la mirada perdida, Iorwerth salió de su departamento y nunca más regresó.
*****
Tiempo después, cuando todo parecía ir perfecto y él ya tiraba a monje debido a que se dedicaba sólo a perfeccionarse en su carrera, una chica —bastante más joven que él— llamó su atención. Muy seguro de sí mismo, sabía que le podía mirar cuanto quisiera, ya que jamás pasaría nada, por lo que puso especial interés en su caso, como si de ese modo se diese un descanso para ser hombre. Ella era una aspirante a mortífago y partícipe de nueva banda de magos tenebrosos. No pasó mucho tiempo para que cayese junto al resto de su grupo en una de las redadas del Ministerio y fuese el mismo Iorwerth el encargado de interrogarle. La chica tenía su carácter, tal y como aquella estúpida legeremante y aún peor, pues Ella (así era su nombre) era capaz de sacarle de sus casillas sin siquiera usar la varita. Fue en el mismo interrogatorio en donde la acalorada discusión terminó haciendo de factor detonante para que ambos se besaran y terminaran haciendo el amor en la propia sala de interrogatorios del Ministerio de la Magia, un hecho que a Iorwerth podría haberle costado su carrera. Sin embargo, esa fuerte atracción resultó mutua y, sin siquiera haberlo conversado, ambos decidieron guardar el secreto.
El irlandés fue a visitarla a los calabozos aquella tarde y poco a poco se dio el tiempo de conocerla y ella a él. Cosmas continuó investigando su caso al mismo tiempo que comenzaban su noviazgo, teniendo que tomar la difícil decisión de encerrar en Azkaban a su propia novia. No obstante, la relación perduró y salió a flote, como bote salvavidas en medio de la tormenta, convirtiéndose en un ejemplo a seguir para sus propios compañeros. Se casaron en cuanto Ella recuperó su libertad al entregar los nombres y paraderos de otros magos tenebrosos y prometió alejarse de las artes oscuras. Todo parecía sacado de una historia de cuentos y por eso no podía tener un final perfecto.
Ella había renunciado a un bando peligroso, entregando a un par de sus colegas para casarse con un Auror y esas son deslealtades que no se perdonan fácilmente. Desde el principio que tuvieron que vivir en alerta permanente e Iorwerth tuvo que trabajar más que nunca para mandar cuanto antes a Azkaban a todos aquellos que representaban un peligro para su esposa y Ella tampoco se quedaría de brazos cruzados. Cosmas ganó incluso el Premio de la Orden de Merlín Primera Clase por su tan destacado trabajo, y fue cuando todo ya parecía haber acabado, que la pareja fue atacada por un grupo de tres licántropos, batalla en la cual Iorwerth fue arañado en algunas partes de su cuerpo, dejándole a él cicatrices permanentes, pero Ella no tuvo la misma suerte y fue mordida en uno de sus brazos, contagiándose así de la maldición de la licantropía. Mas los licántropos no corrieron la mejor de las suertes, acabando dos de ellos muertos y sólo un tercero huyendo con vida.
- Capítulo 6.- Curse of the moon:
- Los siguientes años no fueron fáciles para el matrimonio Cosmas. Ella padecía de una muy aguda claustrofobia, por lo que en su período de Azkaban casi se vuelve loca, mas ahora, con la licantropía a cuestas, aún a pesar de la Poción Matalobos, la bruja se sentía atrapada en aquel cuerpo de lobo e inconscientemente se arañaba a sí misma, como si de ese modo intentase salir. Desesperado, Iorwerth acudió a su amigo Rhett y a cuanto licántropo se encontró en su camino, con la esperanza de encontrar algún remedio para el padecimiento de Ella, pero lo único que salió a flote fue la peligrosa y difícil rama de la animagia, pero el irlandés sabía que aquello tomaría bastante tiempo.
Lo único que podía hacer de momento, era encadenar a su esposa para que no se hiciera daño a sí misma, pero Ella —al mantener su conciencia humana— se enfureció por ello y las cadenas lo hicieron aún peor. Probó incluso el encerrarla y encadenarla sin poción alguna, para que no recordase nada, pero eso también lo empeoró. Para aquella Luna, Iorwerth ya sabía al menos las bases de la animagia, pues ya las había visto durante su tapa de estudiante de intercambio en Uagadou, aun cuando en aquella época no se había interesado en dicha área y por tanto tuvo que volver a repasarlo y encargarse de tomarlo más en serio.
Una vez con toda la teoría en su cabeza, tanto aquella proveniente de la Biblioteca del Ministerio de la Magia, como la de los apuntes de un par de antiguos compañeros africanos, se inscribió en el Departamento de Seguridad Mágica del Ministerio Inglés para que su aprendizaje estuviese correctamente supervisado y eso al menos le facilitara las cosas, ya que necesitaba aprenderla con urgencia. Incluso viajó de regreso a Africa para buscar la ayuda de sus antiguos profesores de Uagadou, especialmente aquel quien sabía no le tendría piedad.
*****
—¡Concéntrate!
No entendía por qué mierda, cada vez que alguien le enseñaba algo, utilizaba la misma estúpida palabra ¿Qué acaso creían que él estaba jugando?
—Lo estoy —respondió Cosmas de mala gana.
Una repentina llamarada de fuego le golpeó el rostro, quemándole la boca y haciéndole gritar de dolor. Kar no era un mago a quien se le pudiese contestar de esa manera, sin llevarse una represalia a cambio. De haber sido otro, Iorwerth hubiese sacado su varita para regresar el ataque y cobrar venganza, pero Kar era una de las pocas personas a las que realmente respetaba y por quien podía llegar a dejarse pisotear, pues sabía el mago lo haría solamente como parte de su enseñanza.
Se tocó apenas el labio, para comprobar la aparición de algunas ampollas. Tendría que que curarse por sí mismo en cuanto acabase aquella sesión, pues entonces no era el momento, si se detenía para sanarse Kar lo vería como un debilucho a quien no valía la pena enseñar, por lo que sólo se aguantó el dolor e intentó no volver a abrir la boca, mientras cerraba los ojos y se visualizaba a sí mismo adquiriendo la forma de su lobo interior.
Era como si su alma cobrase vida propia, como si su yo interno siempre hubiese tenido la forma de un lobo, y ahora buscaba recubrirse de su verdadera piel para mostrarse al Mundo tal y como era, o al menos así lo sentía, pues su piel ya no era su piel y sus ojos tampoco eran los suyos. El animago se había convertido en lobo una vez más, y ante sus ojos ya tampoco tenía a Kar, sino a un caracal africano que le miraba con expresión desafiante. Ahora venía la parte más difícil, mantener la transformación aún a pesar de las distracciones de Kar.
Aún recordaba la primera que había logrado transformarse, desde un inicio había temido por alguna transformación incompleta, pues sabía eran peligrosas, aun cuando en el Torneo de los Tres Magos en Hogwarts había sido testigo de una que más bien había parecido exitosa, más no podía estar seguro, ya que siempre había creído que Krum tenía cerebro de pescado. Aquella vez ni siquiera se había dado cuenta del cambio, y es que no sabía como se sentía la transformación, sólo sabía que algo había pasado, que parecía que su cuerpo se había contraído por completo y de pronto, incluso veía diferente, escuchaba diferente y olía diferente. Lo primero que hizo fue mirarse las manos y de sólo darse cuenta que éstas habían cambiado por peludas y poderosas patas, la misma sorpresa (y su consiguiente desconcentración) le hizo regresar inesperadamente a su forma humana y por un momento tuvo dificultades para respirar. Pero no estaba ahí, en ese momento, para llenarse de recuerdos.
El lobo gris gruñó inconscientemente, adelantándose al ataque del caracal, quien se le lanzó directamente sobre la yugular y es que Kar tampoco era una persona que se iba con rodeos, al igual como él a sus discípulos les arrojaba de cabeza a los leones y sólo se detenía si acaso los veía ya con un pie dentro de la funeraria, Kar hacía lo mismo con quienes sabían podían soportarlo. El lobo se defendió, o al menos hizo el primer intento, pues su inconsciente le traicionaba nuevamente y le regresaba a su forma humana, pero el africano no se detenía ahí y le atacaba de nuevo, Iorwerth sabía que debía transformarse nuevamente y así lo hizo y corrió un par de metros antes de sentir el peso del felino encima, quien le arrojaba al suelo, volviéndole a transformar en humano.
*****
Fue un entrenamiento muy duro y muchas veces salió lastimado, no sólo por alguna primera transformación incompleta, sino también producto del entrenamiento de su mentor. Pero finalmente aprendió a mantener la transformación no importa qué, casi al cabo de dos años. Sin embargo, para entonces Ella ya poseía gran parte del rostro y del cuerpo mutilado y lleno de cicatrices, mas el Auror jamás dejó de amar a su esposa y sin importar su apariencia, siempre se mantuvo feliz a su lado, sobre todo en ese momento en que pudiendo hacerle compañía durante sus transformaciones, ella ya no se hacía daño.
Ya tampoco tenían enemigos, lo que por fin les daba pie a pensar en formar una familia, aún a pesar de que Ella caía cada vez más en una estado depresivo debido a su apariencia (apenas salía a la calle, porque todos la miraban). La bruja tardó en quedar embarazada a causa de su misma depresión, pero cuando lo lograron, fue para ella un pequeño respiro de felicidad, el cual se fue apagando con el pasar de los meses, pues mientras más avanzaba su embarazo, más debía salir a la calle para sus respectivos controles y comprar nueva ropa para ella y el bebé. Hasta que un día, uno de los días de Luna Llena, Ella decidió escaparse de casa y atentar contra su propia vida, pero no tuvo el valor necesario para hacerlo y algo (aún no se sabe el que, le impidió regresar a casa).
Iorwerth volvió a su hogar para acompañar a su esposa como en cada ciclo lunar, pero ésta no estaba por ningún lado. Pensó que la habían secuestrado, que alguien le había hecho daño. Desesperado, salió en su búsqueda, pero fueron sus mismos compañeros Aurores los que le comunicaron de su muerte. Curiosamente, Ella no había tenido el valor de matarse a si misma, pero alguien más lo tuvo por ella y fue asesinada en su forma licántropa, con su hijo no nato aún en su interior.
Cosmas nunca supo la verdad y tampoco pudo conseguir una investigación adecuada para saberlo, pues a pesar de las promesas de igualdad, nadie gasta tiempo en licántropos, ya que para muchos, ellos siguen siendo calificados como la escoria de la sociedad mágica. Algunos dicen que uno de los mismos aurores le mató en defensa propia, otros porque en verdad ese grupo siempre mataba a los licántropos y otros más dicen que fue alguno de sus viejos enemigos.
Iorwerth no volvió a ser el mismo desde aquel día, ya que su mente busca desesperadamente por una explicación que le es imposible de encontrar.
- Capítulo 7.- The truth:
- Iorwerth se sintió incapaz de seguir trabajando en el Departamento de Aurores y presentó su renuncia tres días después de la muerte de Ella, la cual le fue denegada, mas le otorgaron seis meses de vacaciones pagadas, con tal que no se retirara y es que el mismo tiempo lo había convertido en uno de los mejores Aurores del Ministerio Inglés.
Rhett le convence de aprovechar aquellas y que ambos viajen por el Mundo, ante lo cual Iorwerth accede, pero luego de una semana en Brasil se da cuenta que no puede sacarse el tema de Ella de la cabeza y necesita investigar por su propia cuenta. El auror regresa a Londres y comienza a vigilar de cerca a Charles Sulivan, quien a sus ojos era el más listo de los tres aurores presentes la noche del asesinato de su esposa. Mas el hombre parecía estar completamente limpio, lo que provoca que Iorwerth se obsesione aún más con la búsqueda de la verdad; en sus planes se incluye incluso capturarle y torturarle hasta que confiese la verdad, pero aquello dejaría marcas y no está dispuesto a arruinar su futuro profesional por un incierto.
Busca nuevamente la ayuda de un legeremante en Egipto, uno de los lugares más antiguos del desarrollo de la historia de la magia y, aprovechando su retiro temporal, comienza a tomar clases intensivas y sin descanso, por lo que acaba trabajando con dos legeremantes al mismo tiempo y su cabeza comienza a agotarse. Debe hacer un alto antes de acabar en el Hospital, pero Iorwerth hace caso omiso a las advertencias de sus tutores y efectivamente termina colapsando, por lo que debe alejarse de la practica de la Legeremancia por algún tiempo, así que regresa a Brasil en donde nuevamente se reúne con Rhett por alrededor de un mes, antes de regresar a Egipto y acabar con su entrenamiento.
*****
—Una vez que domines completamente la Legeremancia, serás capaz de leer los pensamientos ajenos, sin siquiera esforzarte por ello.
—No es lo que estoy buscando.
El instructor miró a Iorwerth con asombro.
—Sólo quiero un modo de enterarme de la verdad. Necesito leer a alguien, nada más.
—Ya veo… Entonces te falta poco. Ya eres capaz de leer a las mentes más débiles, sólo necesitas un poco más de convicción, y una varita.
El auror asintió con la cabeza y se puso nuevamente de pie, sacando su canalizador mágico.
—Legeremens.
Pero el instructor comenzó a reír. Se estaba defendiendo, haciendo uso de la Oclumancia que también sabía, por lo que esfuerzos de Iorwerth prácticamente le resbalaban por la fina túnica de seda. El irlandés arrugó la nariz con notoria molestia, y volvió a alzar la varita una y otra vez, las veces que fueses necesarias, hasta llegar a rugir el maldito hechizo, y de pronto… lo sintió como una tela rasgándose lentamente ante su insistencia. No se permitió celebrar, tampoco se permitió sorprenderse, sabía que cualquier distracción le haría perder el control y con ello aquella precisada oportunidad. Más se concentró, más ahínco y poder puso en su varita, hasta que finalmente los recuerdos ajenos fluyeron a su cabeza.
Una mujer de cabello oscuro sollozaba aferrada fuertemente a los doseles de una cama de telas doradas como el oro. Los pies desnudos de un pequeño descansaban sobre las mismas mantas…
—¡Suficiente! —el instructor le apartó —Te enseñaré, pero tú no tienes porque quedarte en mi cabeza.
Iorwerth asintió con respeto, y nuevamente se puso manos a la obra.
*****
Sólo un par de días después, el Auror en receso tomaba un traslador directamente a Río de Janeiro, en donde se había enterado que se encontraría Charles Sullivan en una misión extra-oficial. Sin embargo, no fue el único que le estaba siguiendo, ya que su antiguo colega llevaba una pequeña investigación por abuso de poder acuestas. ¿Quién lo diría? Cualquier otro se hubiese apartado y simplemente sentado a observar, pero Iorwerth ya estaba cansado de ver como su vida transcurría ante sus ojos sin que él pudiera hacer nada, por lo que —arriesgando su regreso laboral— se interpuso en la misión de sus propio compañeros y aprovechándose de sus habilidades frente a otros novatos, secuestró al mago y lo trasladó a su propia jurisdicción (de ubicación desconocida).
Lo encadenó a pesar de tenerlo noqueado y lo arrastró del cuello de la ropa, hasta arrojarlo contra la puerta el vehículo muggle que acababa de “tomar prestado”, para luego arrojarle un chorro de vino (no de agua) a la cara, para así despertarle.
—¡No! ¡No, espera! —fue lo primero que chilló Sullivan, antes de mirarle a la cara y enterarse con quien hablaba —Iorwerth… ¿Qué…?
—¿Qué sucedió con mi mujer?
—¡¿Qué?!
Fue ahí en donde el irlandés se dio el gusto de abofetearle como fuerza, como hacía mucho tiempo había querido hacerlo.
—¡MI MUJER! —rugió el auror —¡TÚ LA ASESINASTE! ¡¿POR QUÉ?!
—Ior… espera… esto es un caso cerrado…
Entonces fue un rodillazo el cual fracturó la nariz del interrogado.
—¡Detente!
—¡Legeremens!
La mente del asesino se abrió como la mantequilla ante el cuchillo caliente y no hubo nada que el hombre pudiera ocultar. Mas lo que encontró el irlandés en sus recuerdos no fueron realmente respuestas. Ella ya había sido atacada cuando salió al encuentro de los tres aurores, estaba gravemente herida, precisamente en el vientre y aullaba con fiereza, como si viese en ellos una nueva amenaza, por lo que Charles Sullivan efectivamente había actuado en defensa propia y no había hecho más que darle el golpe de gracia, ya que la muerte le alcanzaría de todos modos y era cosa de minutos. Entonces… ¿quién?
Iorwerth retrocedió un par de pasos y se dejó caer al suelo de rodillas, antes de echarse a llorar. Se sentía frustrado, y además se sentía un estúpido... ¿Quién?... Demonios ¿quién?
Volvió a modificar la memoria del auror y le dejó fuera de un bar y, con la ayuda dl vino anteriormente vertido sobre el hombre, aparentó una disputa de borrachos y, con más dudas que respuestas, desapareció para pasar el resto de sus vacaciones junto a su amigo Rhett.
- Capítulo 8.- The traitor:
- Era el 13 de Octubre del año 2016, Iorwerth había regresado hacía ya un tiempo para retomar sus tareas de Auror cuando ocurrió el fallido golpe de estado al Ministerio de la Magia, por lo que ese día estaba precisamente en funciones, analizando un nuevo caso con su superior, cuando recibieron la alerta del ataque. Los estallidos y gritos fuera de la oficina se hacían cada vez más cercanos cuando su novia, una chica licántropo que le había recordado mucho a su esposa y que había conocido a través de la Orden del Fénix, llegó hasta ellos para alertarles, pero aquello resultó no ser más que una trampa, pues la loba estaba ahí para asesinar a su jefe, quien por fortuna supo frenar la maldición asesina mientras Iorwerth reaccionaba para encadenarla y luego quedarse completamente estupefacto y el corazón nuevamente roto.
Más de un año había tardado en poder sentir algo por otra mujer, y lo había hecho sólo porque Stella le recordaba demasiado a Ella, incluso a través del nombre, y ahora ella acababa de traicionarle y además confesarle que durante todo ese tiempo le había engañado y había estado con él sólo para espiarle. Mas no hubo tiempo para mayores explicaciones, ya que los mortifagos (en ese momento radicales) irrumpieron en la escena y junto a ellos traían a sus padres de rehenes, a quienes obligaron a atacarle bajo la maldición Imperio. Iorwerth, incapaz de defenderse contra sus propios padres, cayó al suelo y se dejó torturar por ellos hasta que ante sus suplicas y gritos de dolor, su madre reaccionó y, por ello, fue asesinada.
El irlandés, cegado por el dolor y el odio, arremetió con fiereza contra los mortífagos y les asesinó a sangre fría hasta poder llegar a su supuesta novia, a quien agarró del cuello y azotó contra la muralla.
—Dame una razón para perdonarte la vida —le exigió.
—Ella salvó la tuya —respondió su superior.
Era cierto, en medio de toda la batalla, uno de los mortífagos había dirigido su maldición asesina al auror, mientras éste se levantaba del suelo, pero había sido Stella quien había atacado a su propio compañero. Iorwerth estaba sorprendido, pero estando en medio de un ataque no había tiempo para aquellas cosas y su jefe inmediatamente le dijo lo que esperaba de él, mientras él huía. Así el irlandés tuvo que quedarse para modificar la memoria de Stella, y descubrir cuanto en verdad sabía de la Orden del Fénix, a través de lo cual descubrió incluso que había sido ella la licántropo que había mordido a su propia mujer.
Merlín… Cómo la odiaba, a ella a sí mismo por haber sido tan estúpido.
Eso le llevó a arremeter en su cabeza con aún más odio, por lo que su ataque mental generó que algún hechizo previo en la cabeza de la loba se rompiera y le dejase ver que gran parte del pasado de la chica era realmente falso, que realmente había querido alejarse de los mortífagos y que incluso no había mordido a su mujer por su propia voluntad. Algo en ese quiebre, generó que incluso esa duplicidad de recuerdos generase una duplicidad de personalidades que podría traerle problemas, por lo que tuvo que esconderla hasta que todo se tranquilizara, para entonces poder dilucidar realmente lo que había ocurrido con ella. Pero aquello debería esperar.
Apenas había logrado esconder a Stella, cuando tuvo que dejarse atrapar por un grupo de muggles, quienes le sorprendieron en la escena del crimen y le acusaron de haber participado en el asesinato de los muggles que habían perecido minutos antes. Se lo llevaron al Departamento de Investigaciones del Gobierno y le torturaron para hacerle hablar, llegando a cortarle incluso uno de sus brazos, mas Iorwerth se mantuvo en silencio y reprimió todos sus dotes mágicos hasta que no tuvieron más remedio que dejarle en libertad. Fue entonces que luego de contar lo ocurrido a la Orden del Fénix, éstos consideraron que Iorwerth tenía el temple necesario como para trabajar de espía ante el Gobierno Muggle, así que el irlandés se dejó capturar nuevamente (tras haber tenido una pequeña emboscada para sí mismo y así engañar a los no mágicos) y se convirtió en un supuesto Traidor, exento de la marca en su brazo.
Lamentablemente, su jefe resultó muerto pocos días después y, por desgracia o fortuna, Iorwerth fue ascendido a Jefe de la Oficina de Aurores.
— ANEXO EN EDICIÓN —
- Breve Cronología:
- ● 01 de Enero, 1981: Nace en Killarney, Irlanda.
● 14 de Abril, 1982: Tiene su primer estallido mágico, lanzando los guisantes como balas por toda la casa.
● 01 de Septiembre, 1992: Hace ingreso a Hogwarts a la casa de Gryffindor y conoce a su mejor amigo, Rhett Poulsen.
● 03 de Agosto, 1996: Se muda a Africa para hacer un año de intercambio en Uagadou. Quinto curso.
● 30 de Junio, 1997: Regresa a Killarney y retoma su sexto año en Hogwarts.
● 15 de Julio, 1997: Su padre (sangre sucia) debe huir producto del nuevo régimen y desaparece hasta el final de la Segunda Guerra Mágica.
● 02 de Mayo, 1998: Participa en la Batalla de Hogwarts.
● 30 de Junio, 1998: Rinde su examen de Aparición.
● 15 de Julio, 1998: Se entera que ha dejado embarazada a una chica y elige huir de sus responsabilidades.
● 30 de Junio, 1999: Egresa del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
● 01 de Septiembre, 1999: Inicia su carrera profesional en la Academia de Aurores.
● 24 de Mayo, 2002: Muere su mentor y debe ser designado a otro.
● 30 de Junio, 2003: Egresa de la Academia de Aurores.
● 01 de Mayo, 2009: Es designado al seguimiento de un grupo de neo-mortífagos en donde conoce a Ella Howard de 18 años. Iorweth tenía 28.
● 19 de Julio, 2009: El grupo de neo-mortífagos es desbaratado y Ella es interrogada. Iorwerth y Ella inician una relación en secreto.
● 07 de Agosto, 2009: Ella es enviada a Azkaban.
● 18 de Septiembre, 2009: Iorwerth compra un terreno a las orillas del Loch Ness en Escocia, en donde construye una cabaña para ocultar a Ella, una vez que sus planes se concreten. Protege la cabaña con un Encantamiento Fidelo; Iorwerth se convierte en el Guardián del Secreto.
● 14 de Octubre, 2009: Ella es juzgada nuevamente, quedando en libertad a cambio de la entrega de nuevos nombres mortífagos. Iorwerth la oculta en su cabaña del Loch Ness.
● 21 de Marzo, 2010: Ella e Iorwerth contraen matrimonio.
● 16 de Marzo, 2011: Luego de varios meses de exhaustivas investigaciones y redadas, los mortífagos parecen desaparecer e Iorwerth es condecorado con la Orden de Merlín Segunda Clase.
● 06 de Abril, 2012: El matrimonio Cosmas cae en una trampa, siendo ambos atacados por un trío de licántropos, resultando Ella mordida.
● 06 de Mayo, 2012: Ella es encerrada en un cuarto de seguridad para su primera transformación. La bruja amanece con graves heridas autoinfringidas debido a su fuerte claustrofobia. Iorwerth decide arriesgarse con la rama animagia.
● 04 de Mayo, 2013: Luego de ver una maratón de Star Wars, Cosmas se deja crecer un mechón de cabello con ayuda de una Poción Crecepelo y Ella lo trenza para dejarle la trenza de Padawan que lleva hasta el día de hoy.
● 23 de Diciembre, 2014: Iorwerth por fin domina la animagia y las transformaciones de Ella se vuelven mucho más llevaderas.
● Febrero, 2015: Ella consigue quedar embarazada.
● 28 de Septiembre, 2015: Casi con ocho meses de embarazo, Ella sale de casa por motivos desconocidos el día de sus transformación y es asesinada durante ésta por un par de Aurores.
● 30 de Septiembre, 2015: Sintiendo un odio enorme por sus compañeros, quiere renunciar, pero su jefe le convence de tomarse seis meses de vacaciones.
● 01 de Marzo, 2016: Luego de incluso haber decidido no volver, retoma su trabajo como Auror y su vez comienza su relación con Stella Moon.
● 13 de Octubre, 2016: Pierde su brazo derecho luego de ser torturado por Caleb Dankworth. Días después es reclutado por el Gobierno Muggle.
● 16 de Noviembre, 2016: Viaja a Africa, para que uno de sus antiguos profesores de Uagadou, ajeno a cualquier conflicto dentro del Reino Unido le reemplace su brazo perdido por uno de plata.
● 20 de Enero, 2017: Es ascendido como jefe de la Oficina de Aurores.
Otros datos
Familia:
➢ Felicia Cosmas: madre. Pocionista sangre pura y traidora a la sangre. Vive en Irlanda, junto a Antoline.
➢ Antoline Cosmas; padre. Pocionista, hijo de pescadores muggles.
➢ Ella Cosmas; esposa fallecida. Ex- Slytherin, bastante años más joven que él.
➢ Ignatius Cosmas; hijo no nato, fallecido.
Estatus Sanguíneo: Sangre Mestiza.
Mascota: Una lechuza llamada "Cara de Mala Leche" y un gato llamado "Jabba, the cat".
Varita: Madera de sauco, flexible, veinte pulgadas y media, núcleo de escamas de basilisco. Fabricada por Mykew Gregorovitch.
Asignatura favorita: Defensa Contra las Artes Oscuras y Pociones.
Asignatura odiada: Adivinación, Astronomía y Aritmancia.
Boggart: Que le corte su trenza.
Pasatiempos favorito: Frikear con Star Wars.
Mayor aspiración: Aparecer en un cromo de las Ranas de Chocolate.
Otros:
➢ Antes de Jabba, tenía un gato llamado Han Solo, pero lo comió su mujer.
➢ Usa el cabello corto, pero lleva una pequeña larga trenza hawaiana.
➢ Su patronus es una loba, por su mujer.
➢ Es animago lobo registrado.
➢ Es zurdo y su mano derecha fue amputada recientemente, por lo que lleva una mano de plata.
➢ Ganó el Premio a la Orden de Merlín Primera Clase por sus servicios como auror.
➢ Es seguidor del Irish National Quidditch team.
➢ Siempre tiene al menos una Guinness en su casa o su despacho (por orgullo irlandés). Sin embargo se emborracha con licores más fuertes.
Travesura Realizada
Última edición por Iorwerth Cosmas el Lun Abr 24, 2017 10:19 pm, editado 2 veces
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