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Cuando el alumno está listo, el maestro aparece II Iorwerth Cosas {Flashback}

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Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:09 am

Recuerdo del primer mensaje :

Noviembre del año 2010
Oficina de Aurores

No podía recordar muchas ocasiones en las que se hubiese sentido como en esos momentos. Tal vez el día en que recibió su carta de admisión a Hogwarts o cuando voló en escoba por primera vez. Felicidad y emoción absoluta. Jane Penderwick se sentía invencible.

Los últimos días habían sido una verdadera locura. Aprobar los EXTASIS con las calificaciones requeridas para convertirse en Auror era una cosa, pero la inteligencia o la buena memoria no era lo único que se tomaba en cuenta ni tampoco lo más importante. Antes de haber sido oficialmente admitida para iniciar su formación, había tenido que someterse a un montón de pruebas de diferente índole. Primero le habían hecho varios tests psicológicos, luego exámenes de salud y finalmente pruebas físicas que le habían dejado el cuerpo adolorido por varios días. Al parecer todo se controlaba con sumo detalle y cuidado; que si tenías alguna fobia, alguna alergia, alguna adicción, alguna tendencia en particular… Jane no sabía qué esperaban exactamente de ella, pero supuso que lo mejor sería simplemente responder con honestidad y eso fue lo que hizo.

Luego de haber cumplido con todos esos trámites y estando ya segura de que poseía el perfil que buscaban para iniciar la carrera, empezaron a bombardearla con información. Todo era tan diferente a Hogwarts que muchas veces se sintió perdida. Había estado en un montón de lugares nuevos llenos de caras desconocidas y tuvo que hacer un gran esfuerzo por lograr asimilarlo todo y no dejar escapar detalles importantes. Pero allí estaba, lo había conseguido. Había sobrepasado cada obstáculo, cada barrera y cada prueba y si había logrado todo aquello era porque se lo merecía, ¿a que sí? Le habían informado bien acerca de cómo funcionaba el entrenamiento de Aurores con su sistema de mentores, y ahora por fin conocería al suyo. Se sentía otra vez como una niña en vísperas de Navidad.

Caminaba por un pasillo del Ministerio -uno de los tantos que no había recorrido aún- siguiendo a un encargado de la oficina de Aurores. Era un tipo joven, todo pulcro y prolijo y de semblante serio. Mientras avanzaba por delante de Jane le iba dando pequeños datos sobre cosas como el primer Auror que caminó por ese pasillo o la antigüedad del edificio del Ministerio. Jane estaba demasiado emocionada como para prestar mucha atención a lo que le decía. Iba mirando a su alrededor con los ojos bien abiertos, como si los estuviese usando por primera vez en su vida, y a ratos se quedaba bastante atrás. En un punto del largo pasillo las paredes empezaron a verse adornadas con varios retratos. Jane iba mirándolos más de cerca a medida que pasaba por su lado, y se dio cuenta de que mostraban fotografías de los Aurores graduados según su año. 1998, 1999, 2000…

-…y en caso extremo se puede solicitar un cambio de mentor, aunque eso no es algo que ocurra con frecuencia -le iba diciendo el encargado mientras Jane pasaba frente a una placa del año 2004-. Por supuesto que no creo que ese vaya a ser su caso, señorita Penderwick. Después de todo, no a cualquiera se le asigna como mentor a Iorwerth Cosmas.
El nombre llegó a sus oídos al mismo tiempo en que sus ojos daban con él en la placa, justo antes de subir la mirada hacia el retrato. Era él. Jane se detuvo en seco y si su mandíbula no hubiese estado conectada al resto de su cráneo, probablemente se le hubiese caído al suelo. Al darse cuenta de que la chica ya no lo seguía, el encargado se dio media vuelta.

-¿Sucede algo?
-¿Iorwerth Cosmas? -Jane lo miró tan asombrada como incrédula-. ¿Este Iorwerth Cosmas? -repitió apuntando al retrato con el dedo índice.
-No encontrará otro igual -algo parecido a una sonrisa orgullosa se dibujó en los labios del joven.
-No puedo creerlo. ¡Esto está de puta madre! -volvió a mirar el retrato y sus ojos brillaron con ilusión al recordar aquel día, hace ya un par de años, en el que decidió que se convertiría en Auror. El encargado carraspeó incómodo y cuando Jane volvió a mirarlo notó su entrecejo levemente fruncido. Oh… el protocolo, Jane, recuerda el protocolo. Tarde o temprano tendría que deshacerse de esa mala costumbre de usar palabrotas cuando estaba emocionada, pero es que no conocía una forma mejor de expresarse en situaciones como esa.

-¡Yo lo conozco!
-No me sorprendería que lo hiciera -el encargado continuó con voz monótona-. Es uno de los mejores Aurores que tenemos en nuestras filas y es común que su nombre aparezca en los medios.
-No, no me refiero a eso, no lo he visto en el periódico, ¡lo he visto en persona! ¡En Hogwarts! -qué frustrante era que otras personas no entendieran tu emoción. El joven no parecía impresionado.
-Señorita Penderwick, le ruego que continuemos, no hay tiempo que perder.
-Joder, este tiene que ser el mejor día de mi vida -sentía que nada ni nadie podría quitarle la sonrisa del rostro, pero cuando el encargado siguió dándole datos acerca de su mentor, su expresión fue cambiando poco a poco.

Para entonces ya se encontraban frente a una puerta de madera oscura y Jane sabía dos cosas: que Iorwerth Cosmas no era una persona con la que fuese fácil tratar, y que ahora ya no se sentía como si hubiese ganado la lotería, sino como si fuese un animal que va de camino al matadero.
-No se ponga nerviosa, señorita Penderwick. Una vez que conozca bien a Cosmas… bueno… -la frase quedó en el aire y Jane sintió una mirada de lástima sobre ella.
-¿Nerviosa, yo? ¡Ja! ¿Por qué iba a estar nerviosa? -se cruzó de brazos con fingida confianza y una forzada sonrisa de suficiencia, pues lo cierto era que sí le habían entrado los nervios. El encargado simplemente negó con la cabeza y le dio unas palmaditas en la espalda.
-Buena suerte.
-Gracias, Frederick -le respondió la chica y obtuvo una mirada furibunda como respuesta.
-Me llamo Francis.

Finalmente abrió la puerta y le permitió el paso. Tan pronto como Jane estuvo adentro volvió a cerrarla y desapareció por donde había venido, dejándola sola y con una sensación extraña en el estómago. No sabía si eran mariposas o una estampida de elefantes lo que sentía. La sala estaba vacía. Había un gran escritorio, unas sillas y varios muebles llenos de objetos curiosos que rápidamente se dispuso a observar con interés. Suponía que Iorwerth Cosmas se aparecería por allí en cualquier momento. ¿Sería tan terrible como lo habían pintado?
Jane L. Penderwick
Jane L. Penderwick
Ocultos-Civiles

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Cuando el alumno está listo, el maestro aparece II Iorwerth Cosas {Flashback} - Página 2 Empty Re: Cuando el alumno está listo, el maestro aparece II Iorwerth Cosas {Flashback}

Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:42 am

Las risas tanto de Cosmas como del resto de los presentes sólo hicieron que Jane se sintiera aún más frustrada. Aquello estaba resultando humillante, y de haber sido una de esas personas que se avergonzaban fácilmente, probablemente estaría roja como un tomante. La humillación fue aún mayor cuando, luego de que ninguno de sus hechizos pudiese alcanzar exitosamente a su objetivo, Cosmas empezara a atacarla otra vez. A diferencia del encantamiento anterior, este fue un conjuro no verbal que no le dio ninguna oportunidad de reaccionar a tiempo. Antes de que pudiese siquiera mover la varita en alguna dirección, el hechizo del auror dio de lleno contra ella y la hizo caer al suelo inconsciente.

Volvió en sí a los pocos segundos y, despistada, intentó ponerse de pie, pero un nuevo hechizo la alcanzó y le hizo caer otra vez. No había tenido tiempo de realizar ningún encantamiento protector, y el hecho de no saber qué hechizos le estaba lanzando Cosmas hacía las cosas aún más complicadas para ella, pues aunque le gustaba batirse en duelo en Hogwarts, no estaba acostumbrada a ese tipo de enfrentamientos. Su cuerpo dio contra el piso como una piedra, pero de inmediato recuperó el movimiento. Aquello le estaba resultando realmente confuso. Gruñó con molestia y esta vez intentó incorporarse más rápido, pero no lo logró a tiempo; un fuerte golpe mágico le dio en el pecho y le hizo salir impulsada hacia atrás hasta chocar contra los espejos, que se trizaron con el impacto de su espalda.

Cayó de rodillas, apoyándose contra el suelo con las palmas de sus manos para no perder el equilibrio, mientras sentía cómo algunos trozos de cristal resbalaban por su cabello y su espalda. Algunos fragmentos aún más pequeños se habían clavado también en sus manos, y tuvo que sacudirlas para desprenderse de ellos, aunque sabía que muchos seguirían incrustados hasta que pudiese sacarlos con más cuidado. Su determinación inicial se había convertido en rabia e impotencia, y escuchar las risas de los otros aurores dolía tanto como los pedacitos del espejo roto que se le habían clavado en la piel. Por suerte para ella, los demás se callaron en cuanto Cosmas volvió a hablar.

Se puso de pie con la respiración agitada y manteniendo la varita en alto; se sentía aturdida por todas las veces que había caído en esos pocos segundos. Resopló con frustración cuando escuchó la pregunta de Cosmas, y le respondió con una mirada de rencor en vez de palabras.
-Usted es más rápido, más fuerte y sabe más hechizos que yo. No es… -"justo", iba a decir, pero se contuvo antes de hacerlo. Por supuesto que no era justo, ningún combate real contra magos peligrosos lo sería.
-…fácil -dijo finalmente, sin añadir más, pues tampoco quería que la tomara por una quejica incapaz de soportar los hechizos que le lanzaran. Se aguantaría el dolor, tanto físico como en el orgullo, lo mejor que pudiese.

Sus órdenes y amenazas le hicieron darse cuenta de los errores que debía corregir. Estaba siendo demasiado lenta, sí. Ahora lo haría mejor, ya lo vería Cosmas y todos los malditos cotillas que se habían quedado parados a su alrededor, deleitándose con la escena. Así que alzó su varita aún más decidida que antes y… ¡Zas! Otra vez Cosmas la hizo volar por los aires. Aquello era increíble. Aún estaba en el suelo, tratando de ponerse de pie, cuando vio el haz de luz acercarse desde la varita del auror hacia ella. El estruendoso grito del hombre pareció hacerla despertar en ese momento, pues fue lo suficientemente rápida para reaccionar a tiempo.

-¡Protego! -gritó casi con desesperación y para su grata sorpresa, logró detener el hechizo por primera vez. Con la moral un poco más alta debido a ese pequeño-gran logro, se puso de pie de un brinco. La adrenalina del momento le estaba impidiendo sentir el dolor de todos los golpes que había recibido, pero cuando saliera de allí y revisara mejor su cuerpo, notaría las marcas que el entrenamiento estaba dejando en su piel. No tuvo tiempo de celebrar su minúscula victoria, pues Cosmas ya estaba cargando nuevamente contra ella.
-Aura -conjuró un nuevo hechizo para crear una barrera protectora, pero el encantamiento del auror era mucho más potente y la atravesó empujándola a ella hacia un lado.

Estaba claro que el hombre no iba a darle tregua, pues siguió atacándola sin detenerse, y por cada vez que Jane lograba bloquear o esquivar un hechizo, caía otras tres. Para entonces parecía más una muñeca de trapo que una persona, chocando contra las paredes, los pilares y más frecuentemente contra el suelo. Aunque su defensa había mejorado, no había sido capaz siquiera de rozarle el cabello al auror con alguno de sus hechizos ofensivos. Sentía rabia, rabia hacia él por ser aparentemente intocable y por lanzarla de un lado a otro sin piedad, y rabia hacia ella misma por no lograr lo que quería.

Muchos profesores y compañeros suyos le habían advertido que las emociones fuertes, especialmente las negativas, podían disminuir su rendimiento a la hora de hacer magia. Que era necesario tener una mente serena para lograr realizar hechizos efectivos. Podían irse todos a la mierda. En vez de reprimir la ira que sentía, dejó que se apoderara de ella y guiara sus acciones, y no supo si aquello era lo correcto, pero a esas alturas, ¿qué importaba? Acababa de ponerse de pie entre jadeos luego de otra dolorosa caída cuando hizo una floritura con la varita tan ráido que ni siquiera alcanzó a pronunciar el hechizo que tenía en mente: Impragortus.

Había empezado a aprender sobre la magia no verbal en sexto curso, pero no había llegado a dominarla del todo. Era un tipo de magia bastante difícil, después de todo. Por eso se sorprendió de haberlo logrado sin siquiera habérselo propuesto, y entonces entendió lo que Cosmas le había dicho acerca de no pensar en los hechizos que realizaba. Y mayor fue la sorpresa cuando se dio cuenta de que su conjuro silencioso había golpeado a su objetivo. ¡Le había dado!
-¡Sí! -no pudo contenerse y sonrió con expresión triunfante, pero aquel gesto sólo duró hasta que vio el rostro de Cosmas. "Oh, no", pensó de inmediato. Le había pisado la cola al lobo.
Jane L. Penderwick
Jane L. Penderwick
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Mensaje por Iorwerth Cosmas Jue Jun 01, 2017 11:45 am

No sólo la nueva aprendiz de auror comenzaba a frustrarse, Iorwerth también lo hacía, pues la chica estaría a su cargo y aún cuando ya había notado que había empezado mucho más hábil con la varita que la mayoría de los magos que en ese momento se reía de ella, él deseaba más y más de ella. Iorwerth, como su maestro, iba a exigirle mucho, iba a tomarle como un trozo de greda e iba a hacerla añicos antes de amoldarla una vez más en la auror que deseaba que se convirtiera.

Le vio caer varias veces, pararse medio aturdida, cortarse con los propios cristales que había roto, incluso sangrar un poco, pero nada parecía importarle para darle un poco de tregua, era como si el hombre no tuviese compasión o sentimiento alguno, algo que más adelante Jane se daría cuenta parecía ser verdad, aunque no del modo en que todos lo veían. Iorwerth era una verdadera máquina como auror, no tan sólo porque era extremadamente bueno en lo hacía, sino que además porque no se dejaba influenciar por sentimiento alguno y hasta llegaba a parecer inexpresivo. Sin embargo, era un ser demasiado pasional y se dejaba llevar sólo por emociones intensas; la rabia al escapársele algún mago tenebroso o la ira al no recibir las respuestas que esperaba en algún interrogatorio. Era como que sí lo único que fuese capaz de sacarle se su perfección laboral, fuese una emoción intensa. Fuera de ello, era tan serio, correcto y perfeccionista, que aquellos que tenían parte de cultura muggle en sus venas, no dudaban en bromear con que era un androide infiltrado.

Finalmente, Jane dio en el blanco y uno de los hechizos que le lanzó le golpeó fuertemente en uno de sus hombros, haciéndole saltar hacia atrás, lo que hizo que todos los presentes quedasen mirándole en silencio, como si no se lo hubieran esperado. Nadie daba a Cosmas durante la primera vez, o al menos ese fue el comentario de uno de los primeros que se atrevió a decir —o mejor dicho a murmurar— algo.

Iorwerth le miró con intensidad, más ninguna sonrisa satisfecha se dibujo en su rostro hasta que se cambió la varita desde la mano derecha hacia la izquierda.

Creo que es hora que sepas que en verdad soy zurdo.

Sonrió, y sólo entonces el resto de los espectadores rompió el silencio, también para reír y aventurarse a hacer comentarios del tipo “Está muerta”. Dicho y hecho, a la milésima de segundo siguiente un ‹‹Religio› no verbal salió expedido de su varita con fuertes cadenas saliendo a toda velocidad para envolver a Jane tan rápido que ella ni siquiera alcanzó a alzar la varita. Las cadenas le envolvieron tanto que prácticamente todo su cuerpo quedó enrollado en ellas, incluyendo parte su cabeza, por lo que cayó al suelo y sólo pudo ver a Iorwerth a través de uno de sus ojos porque el otro estaba cubierto.

Te veo mañana, Penderwick.

Dijo el auror, despidiéndose de ella al tiempo que la cadena se apretaba aún mas y uno de sus extremos le tapaba también el otro ojo.

Si no has corrido una hora antes, voy a colgarte en el vestíbulo del Ministerio desde los pulgares.

Añadió a modo de despedida y salió por la puerta, mientras Jane escuchaba como otros se reían y otros pocos se acercaban para ayudarle a salir de las cadenas.

¡Vaya, eso ha sido genial! Creo que eres la primera que logra darle a Cosmas en mucho tiempole dijo uno de ellos . Te guiaremos a la enfermería, lo necesitasrieron.
Iorwerth Cosmas
Iorwerth Cosmas
Traidores-Ministerio

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Cuando el alumno está listo, el maestro aparece II Iorwerth Cosas {Flashback} - Página 2 Empty Re: Cuando el alumno está listo, el maestro aparece II Iorwerth Cosas {Flashback}

Mensaje por Jane L. Penderwick Jue Jun 01, 2017 11:45 am

Por un instante pareció como si el tiempo se detuviera, y si Jane hubiese estado un poco más pendiente de los demás presentes, se habría dado cuenta de que todos habían contenido el aliento luego de que la chica finalmente pudiese acertar con su último hechizo. Se hizo un completo silencio que no tardó en ser reemplazado por las palabras de Cosmas, y luego risas, muchas risas. Tras verlo cambiar la varita de una mano a la otra, frunció el ceño con una mezcla de exasperación e incredulidad, y aunque abrió la boca para decir algo, no alcanzó a pronunciar palabra.

Gruesas cadenas salieron conjuradas desde la varita del auror, impactando contra Jane sin que tuviese tiempo ni para pestañar. Las cadenas la envolvieron velozmente, haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo a causa del peso y la rapidez del movimiento. Sintió como si una enorme y fuerte serpiente la rodeara por completo, de pies a cabeza, y no sólo perdió parte de la visión sino que empezó a temer que se quedaría sin aire a causa de la presión. Sólo pudo escuchar la despedida de Cosmas antes de que su otro ojo también fuese cubierto.

El ruido de sus pasos al marcharse se unió al sonido de las risas que no habían cesado y Jane, que tenía los brazos y dedos tan apretados, no podía ni pensar en mover su varita, pero todo lo que quería era salir de allí. Trató de zafarse del agarre por su cuenta, moviéndose patéticamente como podía, estaba segura de que una foca recién nacida lo haría con más elegancia pero aquello no le importaba en absoluto. Sin embargo las cadenas estaban demasiado apretadas y ella demasiado restringida en sus movimientos, así que por más que lo intentó no tuvo éxito, y sólo logró rodar un par de centímetros antes de gruñir resignada.

Por suerte, no todos los otros aprendices le dieron la espalda o se limitaron a reírse de ella; unos cuantos -pocos- se acercaron para ayudarla y por fin liberarla de las cadenas, y aunque fueron amables con ella e intentaron darle palabras de aliento, el ego de Jane estaba por el suelo, y su insignificante triunfo al final del duelo no le parecía algo digno de ser celebrado. No puso demasiada atención a lo que le decían, ni siquiera a aquellos que seguían riendo y que en otra situación le hubiesen sacado de quicio. Simplemente se limitó a mirar hacia la puerta por donde su ahora maestro oficial había desaparecido.

Supo entonces que todo, absolutamente todo lo que había escuchado ese día era cierto: que su entrenamiento sería tremendamente difícil y doloroso, que aprendería muchas cosas por las malas y que la humillación que acababa de pasar no sería nada comparado con lo que le esperaba. Pero en los meses y años siguientes, a pesar de la frustración y las dudas que la asaltarían con frecuencia, a pesar del dolor, la impotencia y la rabia, a pesar de querer tirar la toalla en muchas ocasiones… se daría cuenta de que todo valdría la pena.

Por el momento sólo podía ponerse de pie, limpiarse las heridas y olvidarse de su orgullo. Jane Penderwick no era nadie allí, pero si luchaba lo suficiente, desde luego que se convertiría en alguien. Dejó que algunos aprendices la guiaran a la enfermería, cosa que le sirvió no sólo para familiarizarse más con el lugar sino también para empezar a crear contactos y determinar a quienes les convendría mantener cerca y a quienes no. Mientras tanto sólo rogaba recuperarse lo suficientemente rápido para poder cumplir al día siguiente con la hora de corrida que Cosmas le había ordenado.
Jane L. Penderwick
Jane L. Penderwick
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